Cuando se ama, el viento susurra
a tu alrededor en el albedrío cuyo
manantial es el fuego del amor.
Cuando el alma ama y abraza
los besos con la mirada, las palabras
abren puertas y los versos crean
poemas.
Fui derrotada por la infidelidad,
pero mi dignidad logró mantener
mi mente serena.
Hoy, muero lentamente si no oigo
la música que suena en mi interior
y quiero olvidar con quien he
llorado y recordar con quien he
reído sin perder la razón, solo;
razonando con el corazón,
sin ver el final del camino pues
soy arquitecta de mi destino.
Las páginas quedaron vacias
y el tiempo enseñará sabiduría
para no llorar si no veo el sol,
porque las lágrimas no me dejen
ver las estrellas; la tristeza sería
la soledad y la desazón el amor.
Tocaría el violín para sentir la
emoción y evocar la pasión poética
sintiendo que no sería el último
beso, para no morir por mi pluma
y ser recordada por los que no
mueren en vano; solos, sin alma ni
corazón.
El presente vive, el pasado queda
obsoleto y el futuro no es nada,
poco más que la esencia del valor
de una frase, cuya sociedad reprime
todo pensar al no comprender la
belleza, ni la sensibilidad y espíritu
del poeta.
Y permanece la ignorancia del que
desconoce pero ignorante cruza el
umbral cuando la muerte comienza.
Queda la tierra donde la mujer
reflexiona y sueña en la realidad de
los anhelos y la angustia que sin el
control transciende para envolverte
en un lugar superior de tu mente, y
entonces no será esclava del amor,
el azar obrará para que alguien la
libere y con una poesía la deleite.
¡Qué sería del mundo sin amor!
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