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domingo, 9 de febrero de 2025

El tesoro oculto


 

El profesor anuncia en clase que el próximo examen dará la nota final del curso, entre un sobresaliente, un aceptable o un suspenso. El joven Cai no puede permitirse suspender porque perdería la beca para continuar con sus estudios en la universidad. 

—Tienen dos días para preparar su síntesis, sobre este tema, "la isla del tesoro", —anuncia el profesor. 

Cai nada más terminar la clase se marcha directamente a la biblioteca, aunque en realidad hubiera preferido jugar el partido de fútbol con sus amigos, sin embargo, tiene claro cuáles son sus prioridades. En la biblioteca ve a otras compañeras de clase, pero las ignora y se sienta en una mesa alejada, en un rincón solitario y tranquilo. Deja sobre la mesa su cuaderno, varios lapiceros de distinto color y sobre el respaldo de la silla su mochila. Se dirige a la sección de aventuras y busca el libro. No lo encuentra y pregunta a la bibliotecaria. 

—Disculpa señora, —dice casi en un murmullo para no molestar a nadie— ¿tiene algún ejemplar de la isla del tesoro?

 —Joven, el último se lo acaba de llevar una jovencita. 

—Y no tiene ninguno más o algún otro similar. 

—No, aunque tenemos un ejemplar que alguien donó hace años y el tema es parecido, tal vez le sirva.

—Si por favor, es muy importante.

La mujer se marcha y regresa tras unos diez minutos en los que Cai se pone muy nervioso. 

—Tenga, no solemos tenerlo disponible debido a su estado porque no tiene cubierta, como ve, está forrado en papel oscuro y está bastante deteriorado, incluso el título creo está algo borroso, por este motivo está descatalogado, como le veo desesperado, al fin y al cabo, también es de piratas y aventuras.

—No importa su estado, de todos modos gracias.

Caí miró el libro intrigado. Sacó la lupa de su estuche y tras observar con detenimiento se convenció que el título del libro era "La isla". 

Empezó a leer y tras una hora de lectura, hizo un descanso, se dirigió a la cafetería, compró un sándwich y un café y volvió a sentarse. Los piratas surcaban los mares del sur gobernados por el temible Barba roja. Suspiró , pero siguió leyendo, cada vez estaba más asombrado pues había bastante similitud, aunque en algunos capítulos las aventuras eran distintas, le pareció estar leyendo el libro que buscaba. ¿Cómo es posible? Se preguntaba. Se detuvo unos segundos pensativo: ¿Qué podía hacer para que su síntesis destacara entre todas las demás? Necesitaba un sobresaliente. Sin embargo, ya se sabía todo sobre la isla del tesoro. Suspiró. Se detuvo unos instantes y cerró el libro dejando caer su rostro sobre él en el momento justo en el que la portada se abrió. Estuvo así unos minutos. Cavilando. Buscando alguna idea que le diera luz. Al levantar de nuevo el rostro, sin pretenderlo, sus ojos se posaron en la parte interior de la cubierta. El papel tenía una grieta en una esquina en la cual se veían unas palabras. Esto le llamó la atención. Con mucho cuidado fue levantado el papel hasta que logró distinguir bien la palabra: borrador. Se quedó perplejo. Siguió tirando del papel y de pronto el corazón le dio un vuelco. Puso leer claramente las palabras: borrador de la isla del tesoro, Robert Louis.¡Dios mío! Exclamó. ¡Ya tengo el argumento para mi síntesis! Se quedó paralizado, su mente daba vueltas mientras asimilaba lo que acababa de descubrir. Estaba seguro de que ese libro era un borrador original de "La isla del tesoro". Tenía entre sus manos un auténtico tesoro, sin embargo, le faltaban los piratas.



Este relato participa en el reto La isla del tesoro del Tintero de oro modalidad:
    RELATOS FUERA DE CONCURSO

El silencio del mar


 Desde la comunidad Alianzara Cristina Rubio nos propone este mes:

La teoría del iceberg de Hemingway

Escribir un relato original siguiendo la teoría del iceberg de Ernest Hemingway.
Tu relato no debe superar las 900 palabras. La fecha límite para participar es el 28 de febrero.



Carlos, de apenas 10 años, espera el regreso de su padre en el muelle. El mar ha estado agitado los últimos días, y las mujeres de la aldea hablan sobre tormentas que atrapan a los pescadores en alta mar. El sol empezó a hundirse en el agua, cubriendo el cielo de tonos naranjas. A su lado, Juan fumaba en silencio. Llevaba años pescando con su padre, pero ahora, retirado, se limitaba a observar el mar con la mirada vacía.

—Tu padre sabe lo que hace —dijo Juan sin mirarlo, dejando escapar una nube de humo—. Él siempre vuelve.

Carlos asintió sin decir nada, pero no pudo evitar preguntarse si esta vez sería diferente. No era la primera vez que su padre tardaba más de lo esperado, pero las palabras de las mujeres, esas historias de barcos hundidos y cuerpos arrastrados a la orilla, resuenan en su mente.

Pasaron los días. El muelle se llenó de caras tensas, y las barcas que regresaban traían pocos peces y malas noticias. Nadie había visto el bote del padre de Carlos. Su madre, no decía nada, pero su mirada se apagaba un poco más con cada amanecer, sin noticias de su esposo.

Una mañana, Carlos decidió hacer algo que nunca antes había hecho. Tomó una pequeña barca, la que su padre le había enseñado a remar, y se adentró en el mar. Las olas eran suaves. Su corazón latía con fuerza. Remó y remó hasta que la costa desapareció de su vista. Sabía que no debía alejarse tanto, pero siguió remando. El cielo estaba despejado, y el agua, tranquila.

Al cabo de un tiempo, vio algo flotando a pocos metros de distancia. Remó hacia el lugar con la respiración entrecortada. Era una vieja red de pesca, gastada y rota. No era de su padre. La dejó atrás, aunque siguió buscando. El sol empezaba a caer en el horizonte cuando decidió volver. No había señales, solo el vasto mar, indiferente a su esperanza.

Al regresar a la aldea, su madre lo esperaba en la orilla. No dijo nada. Solo lo abrazó con fuerza. Esa noche, en la mesa vacía, ni ella ni el pequeño Carlos mencionaron a su padre. Nadie en la aldea lo mencionó más. El niño siguió yendo al muelle cada tarde, y se sentaba junto a Juan, mirando el horizonte en silencio. El mar, como siempre, seguía siendo el mismo.


Un presente eterno


Palabras de febrero:

             Parar, usar y camisa

El cielo paró su llanto de ceniza. Cada vez que intentamos usar las máscaras, se desintegran como si el aire las mordiera. Las calles, una red de sombras y ruinas, parecen hambrientas de voces olvidadas. Me pongo la última camisa, una reliquia de tiempos normales, aunque sus hilos vibran, como si la esperanza ya no tuviera lugar. Los relojes dejaron de moverse, pero nadie los extraña. Ahora, el presente es eterno, donde parar dejó de ser una opción y usar algo un sueño del pasado.


Este microrrelato participa en el reto  mensual Reto5lineas que organiza desde su web Adella Brac.




viernes, 7 de febrero de 2025

El puente de las palabras


 Las palabras de los viernes: «puente»

Mercedes desde su blog Mil y una historias  nos propone este viernes escribir sobre Puentes.



En la madrugada, mientras la niebla cubría el puente de hierro que unía los dos lados del pueblo, sintió como las ideas la invadían, las palabras inundaban su mente hasta percibir que su vida estaba a punto de cambiar. Llevaba años cruzando ese puente al amanecer, camino al trabajo. Miró el río bajo sus pies, entonces se dijo que debía construir algo propio; imaginó las primeras páginas de un periódico, la imprenta que soñaba cobraría vida. Cada cruce del puente sería como un paso hacia lo que más anhelaba; imprimir si propio boletín, la voz que siempre había despertado dentro de ella.

Ese mismo día, compró piezas de otras prensas rotas por el uso y el tiempo, y tras varios días de intenso trabajo logró construir su propia prensa, alquiló un local y empezó a imprimir su primer boletín. El pequeño diario informativo que salió de sus palabras recorrió tanto las calles como el puente hasta llegar a ser el periódico más importante de la ciudad en su época: La Pensadora gaditana.


Reto 15 autoras


Reto 15 autoras 


Consiste en leer 15 novelas escritas por autoras y sólo puede repetirse una vez cada escritora. Organizado por Shorby desde el blog: Loca por Incordiar


 2 Los ritos del agua de Eva Sáenz de Urturi


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Un trébol de cuatro hojas

 



Anita desde su blog El bic naranja nos invita este Viernes creativo a escribir sobre:      

                     La suerte


Sentada en el banco del parque, Mara miraba el suelo mientras un suspiro largo se le escapaba del pecho. Su mundo parecía haberse desmoronado en cuestión de semanas, y esa tarde había salido solo para encontrar algo de paz en la rutina del parque. Pero ni siquiera el canto de los pájaros ni el sol que se colaba entre los árboles lograban calmar la sensación de vacío que la embargaba. De pronto, algo capturó su atención. En el suelo, entre la hierba, asomaba un pequeño trébol. No cualquier trébol, sino uno de cuatro hojas.

—No puede ser… —murmuró mientras lo recogía con cuidado.

Lo sostuvo en la mano, observando sus delicadas hojas. Sabía que encontrar un trébol de cuatro hojas era considerado un símbolo de buena suerte. Sonrió por primera vez en días, aunque fuese por lo absurdo de la situación. Después de todo lo que le había pasado, ¿qué más podía esperar? Se levantó del banco, dispuesta a volver a casa, quizás con una pizca de esperanza. Mientras caminaba por el sendero de piedra, su mente aún daba vueltas entre pensamientos. Tan distraída estaba que no se dio cuenta de que alguien venía en dirección contraria. Fue solo un segundo, un tropiezo. Mara perdió el equilibrio y el trébol voló de su mano.

—¡Cuidado! —una voz masculina la sacó de su ensimismamiento justo antes de que chocaran.

Mara tambaleó, pero unas manos fuertes la sujetaron antes de que cayera al suelo.

—Perdón, estaba distraída —dijo ella, sin mirar al hombre.

—No, no, culpa mía. Yo tampoco iba prestando atención. ¿Estás bien?

Mara levantó la vista y se encontró con un hombre de ojos cálidos y una sonrisa amable. Tenía un aire relajado, casi como si su sola presencia suavizara la tensión en el ambiente. Se apartaron apenas un paso el uno del otro, y entonces Mara se dio cuenta de que su trébol yacía en el suelo.

—Oh, espera, déjame recogerlo —dijo el hombre mientras se agachaba para tomar el trébol. Se lo tendió a Mara con una sonrisa—. Un trébol de cuatro hojas… No veo muchos de estos por aquí.

Mara lo tomó, algo desconcertada por el encuentro. De cerca, el hombre irradiaba una calma inesperada.

—Sí, es raro —respondió ella, algo tímida—. Lo encontré hace unos minutos. A lo mejor me trae algo de suerte, la necesito.

—¿Suerte, eh? —El hombre la miró con curiosidad—. Bueno, si el trébol no funciona, tal vez el destino te está diciendo otra cosa.

Mara frunció el ceño con una leve sonrisa.

—¿Y qué crees que me está diciendo el destino?

El hombre la miró con una chispa divertida en los ojos.

—Quizá te ha hecho tropezar conmigo por algo. A veces, las mejores cosas llegan cuando menos las esperamos.

Ella lo observó con una mezcla de sorpresa y curiosidad. No estaba acostumbrada a encuentros fortuitos que la hicieran sentir algo diferente. El hombre se llevó una mano al bolsillo y sacó su teléfono.

—Soy David, por cierto. Y… no sé, ya que el destino ha hecho su jugada hoy, ¿qué te parece si compenso mi torpeza con un café?

Mara vaciló, mirando el trébol de cuatro hojas que aún sostenía entre los dedos. Podía decir que no, seguir con su día como lo tenía planeado… o podía hacer algo diferente. Después de todo, si el trébol era una señal de buena suerte, tal vez ya había empezado a actuar.

—Mara —dijo ella, y luego, tras un breve silencio, añadió—: El café suena bien.

David sonrió, un gesto sencillo.

—Perfecto. Hay una cafetería justo al cruzar el parque. Te prometo que no tropiezo dos veces en un día.

Ambos rieron, y mientras caminaban hacia la salida del parque, Mara sintió que, tal vez, el trébol sí estaba trayendo buena suerte. O quizás, como dijo David, solo era cuestión de estar abierta a lo inesperado.



El peligro de estar cuerda


 Editorial ‎Seix Barral 

Edición 2022

Idioma ‎Español

Tapa blanda ‎360 páginas

Peso del producto ‎484 gr



Rosa Montero Gayo (Madrid, 3 de enero de 1951, es una escritora y periodista española. Ha publicado exitosas novelas y es una de las principales columnistas del diario español El País. Entre otros ha sido premio Nacional de Periodismo 1981, Premio Nacional de las Letras Españolas 2017, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2022... 



Sinopsis 

Partiendo de su experiencia personal y de la lectura de numerosos libros de psicología, neurociencia, literatura y memorias de grandes autores de distintas disciplinas creativas, Rosa Montero nos ofrece un estudio apasionante sobre los vínculos entre la creatividad y la inestabilidad mental. Y lo hace compartiendo con el lector numerosas curiosidades asombrosas sobre cómo funciona nuestro cerebro al crear, desmenuzando todos los aspectos que influyen en la creatividad, y montándolos ante los ojos del lector mientras escribe, como un detective dispuesto a resolver las piezas dispersas de una investigación.

  Ensayo y ficción se dan la mano en esta exploración sobre los vínculos entre la creatividad y la locura, y así el lector asistirá en directo al mismo proceso de la creación, descubrirá la teoría de "la tormenta perfecta", esto es, que en el estallido creativo confluyen una serie de factores irrepetibles, químicos y situacionales, y compartirá la experiencia personal de cómo Rosa Montero vivió en directo, y durante años, muy cerca de la locura.

  El peligro de estar cuerda habla de que "las hadas" nos dan un don, y nos hacen pagar un precio por él; los normales no pagamos ese duro precio, pero corremos el riesgo de morir de tedio, en lugar de morir de amor. «Como en todo, la clave está en el equilibrio entre el porcentaje de desapego y el de sentimiento, en lograr cierta armonía entre el yo que sufre y el yo que controla», dice la propia autora.


Opinión 

El peligro de estar cuerda de Rosa Montero es una reflexión profunda sobre la salud mental, la locura y el significado de la vida. 

Con una narrativa sencilla Montero explora los límites entre la razón y la irracionalidad, basándose en el caso de la escritora y filósofa alemana Simone Weil. Montero combina elementos de la biografía, el ensayo y la narrativa personal para mostrar cómo la angustia existencial y la búsqueda de sentido pueden llevar a un lugar complejo y peligroso. La obra es un viaje emocional y filosófico que invita a cuestionar nuestra propia percepción de la cordura.

Una frase destacada de la novela El peligro de estar cuerda es:

"La locura no es un estado contrario a la cordura, es un estado paralelo, que tiene su lógica y su coherencia."

Esta reflexión captura la esencia de sus paginas, donde Montero explora cómo la locura y la cordura no son opuestos, sino conceptos que coexisten y se definen a través de diferentes experiencias humanas.

Una novela fascinante en mi opinión, cuya fantasía nos sumerge en una a reflexión mental inevitable.


Está reseña participa en los retos:


Reto 15 autoras

Reto 25 españoles

25 quilos de conocimiento

jueves, 6 de febrero de 2025

La flecha de los corazones perdidos

 



Juvenal desde su blog Palabras aladas nos invita a participar en la

4ª CELEBRACIÓN DEL DÍA DE SAN VALENTÍN

         LA FLECHA DE CUPIDO


En la penumbra del viento,

se enmarañan las estrellas errantes,

la flecha de Cupido, de azufre y lustre,

perdura en las voces de coros distantes.


Su arpón, de áureo fulgor,

atraviesa la piel de los errados,

y en su estocada de amor,

teje un lazo en los corazones callados.


En la fragua del delirio y la ilusión,

donde la pasión se encuentra disuelta,

un arco se tensa en la vena del sol,

y la flecha danza, ávida y suelta.


El éter se enreda, las sombras suspiran,

las palabras se tornan en pétalos raros;

el deseo estremece, y las almas respiran

bajo un manto de amores cegados.


Y en el ocaso, el encanto del vuelo,

al toque dorado del cosmos perfumado,

el amor se convierte en un fiel desvelo

que en cada latido, se halla consagrado.


Bajo el albor de la luna y su canto,

los corazones laten en compás callado,

donde Cupido, en su eterno encanto,

teje su magia en lo impensado.



miércoles, 5 de febrero de 2025

Os he dicho que odio la Navidad


Autor Ian Lorens 

Editorial ‎Independently published 
Edición (12 noviembre 2024)
Idioma ‎Español
Tapa blanda ‎161 páginas
Edad de lectura ‎De 16 a 18 años
Peso del producto ‎304 g


Sinopsis 

Hanna, una mujer a la que le gustaría que las fiestas navideñas no existieran. Que pasara el tiempo desde el 30 de noviembre al 7 de enero y que todos esos días desaparecieran del calendario.
Lo único que le encuentra positivo a ese periodo navideño es que instalan en su ciudad, Madrid, dos pistas de hielo en el parque de El Retiro, lugar al que ella suele acudir a patinar. Este año, otra adversidad se suma a su negatividad: una agencia de publicidad ha decidido rodar un spot justamente allí.
El protagonista del anuncio es un actor publicitario: Daniel Baumann, una persona creída y déspota de la que rezuma por los poros de su piel, odio, orgullo y soberbia en proporciones desmedidas. Pero Hanna, no está dispuesta a sentirse pisoteada por más hombres y mucho menos por alguien frío y calculador como él.
Aunque, en ocasiones, no todo lo malo es tan malo ni lo bueno, tan bueno. Nuestra protagonista deberá lidiar con diversas situaciones ilógicas en su día a día, pero como es Navidad, no les presta mucha atención. Ella es una chica risueña. Él es un hombre que ha tenido que lidiar desde su infancia contra sus demonios y sus miedos. ¿Podrá Hanna apaciguar al que ha apodado hombre de hielo? ¿O por el contrario, ese ser conseguirá otra víctima más en su lista de personas ninguneadas porque él vivió algo en el pasado que le dejó marcado?



Ian Lorens nació el 1 de enero de 1962 en Vilanova i la Geltrú, una ciudad costera en la provincia de Barcelona.



Opinión 

Os he dicho que no me gusta la navidad... Es de narrativa sencilla, y me ha sorprendido por sus expresiones andaluzas ya que el autor es catalán. 
La fluidez del argumento es de un estilo fresco y juvenil. Con toques de humor, como: "No tengo el chichi para farolillos"... que aparece a lo largo del libro varias veces, o, "que te la pique un pollo"... 
Es una novela que a partir del segundo capítulo me enganchó mucho más.
El personaje del hombre de hielo le da un toque de misterio que pronto se esclarece. Los abrazos invisibles forman parte del cuento, algo que aunque parezca irónico es reparador.
Al menos yo lo percibí así. Hanna es una enfermera especial a la que no le gusta la navidad, pero que quizás cambie su forma de pensar con respecto a la Navidad a lo largo de los capítulos. La historia de Hanna una chica bondadosa y Daniel un auténtico tarugo termina siendo una auténtica sorpresa que no quiero desvelar. 


Está reseña participa en los retos:








Insomnio y despertar


 
Desde el blog A los cuatro vientos el Tertulab de febrero nos propone:
Crear un microrrelato de hasta 100 palabras, inspirado en una frase de Cortázar con una imagen de Luzia.

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Salir, hacer, poner al día.
El sol se inclina lento sobre el mar,
sus rayos sonrojan al cielo en calma,
las nubes se tiñen de rojo y oro.
La brisa susurra en la piel su alma,
y la noche despierta con decoro,
guardando en su sombra la luz que pasa, como un secreto en el viento que abraza.

No son cosas que ayudan a dormir.
El horizonte arde en luces moradas,
las sombras se alargan sobre la tierra,
los árboles cantan su último adiós.
El día se apaga, la noche cierra,
el crepúsculo es un suspiro veloz,
y el silencio se vuelve un fiel aliado,
en el sonido del cielo enrojizado.


Amanece en el crepúsculo 
Entre montañas se esconde el ocaso,
el mundo respira un aire de paz.
Los colores caen en un beso suave,
y la luna, en su misterio tenaz,
prepara su reinado de luz grave.
El día se duerme, sin prisa, lejos,
dejando su brillo en los ojos viejos.

El tesoro oculto

  El profesor anuncia en clase que el próximo examen dará la nota final del curso, entre un sobresaliente, un aceptable o un suspenso. El jo...