José Antonio Sánchez desde su blog Acervo de Letras nos propone una interesante propuesta para este mes. Si quieres más información entra en su blog.
Esta es mi aportación 👇👇
Noemí miraba el álbum de fotos familiar sin poder evitar preguntarse el motivo de su tristeza. Quizás intento engañarme a mi misma, pensó. Se levantó del diván y salió al porche. La tarde era cálida para el mes de marzo. Echaba de menos a su hija desde que se marchó a estudiar a la facultad. Pero el destino había sido caprichoso con ella; Julia, su hija, se enamoró de un joven de la ciudad, se casó y tuvo una preciosa niña: Danna.
El atronador silencio se incrustaba con amargura en su corazón. Después de la repentina muerte por un infarto de su marido dos años atrás, Julia no había vuelto a poner los pies en su casa siempre con la excusa de que por culpa del trabajo le era imposible. Ella creía que era incapaz de revivir los recuerdos de su padre, que tal vez para Julia era más difícil aceptarlo; o, a lo mejor ella estaba equivocada y sencillamente su hija no podía. —Quién sabe, murmuró. Mañana es mi cumpleaños, —dijo en voz alta como si alguien la escuchara. Levantó los hombros y se sentó admirando el revoloteo que un grupo de pájaros tenía entre las ramas de un árbol. Cerró los ojos. Necesitaba dejar la mente en blanco. La tarde fue cayendo a la vez que ella se quedaba adormilada.
El cielo de un color ocre, púrpura, dio paso al crepúsculo. El sonido de una bocina le despertó. Se sintió molesta porque alguien interrumpiera el tan preciado descanso mental. Se levantó dispuesta a entrar en el interior de su hogar; de nuevo el claxon mezclado con el sonido del motor de un vehículo. Le pareció extraño. A los pocos segundos un vehículo se paraba ante la verja de su casa.
—Abuela, abuela, —gritaba su nieta desde el interior.
—¡Dios mío! Habéis venido, ¿de verdad estáis aquí? —preguntó sin poder evitar las lágrimas que caían por sus mejillas.
—Mamá, ¿qué te sucede, estás bien?
—Sí hija, un poco emocionada.
—Mamá, sé que lo has pasado mal y lo siento, pero no quería volver hasta haber solucionado la situación laboral de Javier. Ahora por fin le han concedido el traslado para trabajar en Heiston. Nos mudamos aquí mamá. No volverás a estar sola.
Noemí abrazó a su hija emocionada. La alegría invadió su corazón. Su nieta de a penas siete años, se unió al abrazo.
—Julia, —señaló Javier— ¿Dónde dejo el equipaje?.
—Espera cariño, te ayudo. Danna coge tu mochila y nos acompañas. Mamá después te cuento todo, —dijo haciéndole un guiño que la hizo sonreír.
Noemí se limitó a observar como entraban las maletas y cajas de cartón en su casa. Sentía tanta felicidad que olvidó por completo sus días de soledad. Su corazón había vuelto a brillar. Los pájaros seguían revoloteando alrededor del árbol, los indicios de la primavera se podían percibir, era tan, tan feliz que pensó que Damian si podía verla desde el cielo también se alegraría. En aquel mismo instante una ráfaga de viento la envolvió acariciando sus mejillas. Ella sonrió y murmuró, —lo sé amor mío, se que estás ahí. Se dio la vuelta y entró en su hogar. La voces y carcajadas de su nieta llenaban la casa de una felicidad plena.