Cuéntame un cuento
Menciono una de las citas que José Antonio menciona en su blog y en la que me he, inspirado.
«El secreto, querida Alicia, es rodearse de personas que te hagan sonreír el corazón. Es entonces y solo entonces que estarás en el País de las Maravillas». Lewis Carroll
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La anciana lee el cuento de Alicia en el país de las maravillas a su nieta. La niña, entusiasmada con el cuento, le pregunta si el conejo que tanta prisa tiene y el gato que desaparece, existen realmente. La anciana, la mira y le pregunta si quiere que le cuente el verdadero cuento de Alicia, a lo que la niña responde afirmativamente. La abuela entonces cierra el libro, y se acomoda en su sillón. Mira a su nieta con una sonrisa y dice.
—¿Sabes, pequeña? Lo que te voy a contar no está en ningún libro. Es el verdadero cuento de Alicia, y solo unos pocos lo conocen.
Un brillo luminoso nace en los ojos de la niña que se acurruca más en las faldas de su abuela.
—Hace mucho tiempo, cuando yo era una niña pequeña, como tú, conocí a una niña llamada Alicia. No era la Alicia que aparece en este libro, no con los mismos vestidos elegantes ni las aventuras de un conejo con reloj. Era una niña curiosa, con el cabello desordenado y los pies descalzos, como los tuyos cuando juegas en el jardín.
«Alicia no persiguió a un conejo blanco que desaparecía en una madriguera. Lo que sucedió fue muy diferente».
Ella, como muchas niñas, tenía la costumbre de hacer preguntas. Preguntas sobre el cielo, los árboles, y sobre todo, sobre el tiempo. Un día, mientras jugaba bajo un gran roble, le preguntó al viento: "¿Por qué el tiempo nunca espera?". El viento, que a veces es juguetón y otras veces sabio, le susurró al oído: "Ve al otro lado del espejo, y tal vez lo descubras".
La niña suspiró, completamente fascinada.
—Alicia, intrigada, fue corriendo a su casa y, sin pensarlo dos veces, saltó frente al espejo del gran salón. Pero no fue su reflejo lo que la recibió. El espejo la envolvió, y al otro lado no encontró ni conejos ni gatos sonrientes. No había un país de las Maravillas, sino un extraño bosque, donde los árboles hablaban entre sí en susurros y las estrellas bailaban en el cielo incluso de día.
En ese lugar, Alicia conoció a un guardián del tiempo, un anciano con barba de musgo, que le explicó que el tiempo no era una criatura ni una cosa que se pudiera atrapar. El tiempo era, simplemente, un compañero de viaje, que caminaba a tu lado, pero que nunca te esperaría. "Es como el río", le dijo el anciano. "No puedes detenerlo, pero puedes aprender a bailar con sus corrientes".
La niña interrumpió emocionada:
—¡Pero el conejo! ¿Y el gato que desaparece?
La abuela soltó una pequeña risa.
—Ah, pequeña, los conejos y los gatos no desaparecen como en los cuentos. Pero sí hay cosas que aparecen y desaparecen a nuestro alrededor. Los momentos felices, las personas queridas... como tu madre cuando era niña, que corría por estos mismos pasillos. El conejo blanco es solo un símbolo. Nos recuerda que el tiempo se escurre entre los dedos si no lo seguimos con atención.
La niña parpadeó, procesando las palabras de su abuela.
—¿Y Alicia? —preguntó finalmente.
—Alicia aprendió a no perseguir el tiempo. Aprendió a vivir con él, a disfrutar del momento y a no preocuparse por lo que se escapa. Y cuando volvió al otro lado del espejo, nunca más volvió a preguntar por qué el tiempo corría. Simplemente, sonreía y disfrutaba del viaje.
La abuela acarició el cabello de su nieta y le susurró:
—Recuerda, pequeña. No es necesario correr tras el tiempo. Vive, juega y sueña. Eso es lo que importa.
La abuela sonrie, entrecerrando los ojos como si viviera algo lejano y continúa.
—El cuento de Alicia, mi niña, tiene un final simple y mágico a la vez. Después de su viaje por el otro lado del espejo, Alicia regresó a su mundo, pero ya no era la misma. Descubrió que no había necesidad de perseguir el tiempo ni de buscar grandes aventuras, porque todo lo que la rodeaba era, en sí mismo, un país de maravillas.
El viento le revelaba misterios, las flores le compartían relatos, y las estrellas resplandecían solo para ella. Cada día traía un nuevo inicio, una historia por crear, pues Alicia descubrió algo único: no hay finales, solo sueños nuevos que aguardan ser vividos.
La niña, con los ojos llenos de asombro, añadió:
—¿Y Alicia siguió soñando?
La abuela la miró con ternura.
—Siempre, cielo. Siempre.
Guuuuaaaaa ¡Quééééé boniiitoooo!
ResponderEliminarA este niño que acaba de leerte se le han empañado las gafas y agrandado las arrugas de la sonrisa.
¡Qué grandísimo tesoro serán siempre las abuelas!
Esa versión de Alicia que nos has contado es mucho más cercana y nos regala una moraleja maravillosa: «No mires como pasa el tiempo, déjate acompañar por él». Un Carpe Diem precioso para los más pequeños (de corazón).
Muchísimas gracias, amiga, por este bellísimo cuento. ¡Qué estupendo VadeReto nos va a quedar este mes con vuestras historias!
Feliz domingo, semana y todo lo que queda de año.
Abrazo Grande.
Gracias José Antonio, me alegra que te haya gustado esta versión de Alicia, 😊. Las abuelas tienen el cielo ganado. Feliz semana y fin de semana. Un abrazo
EliminarHermoso, bellísimo, una dulzura de relato y la enseñanza sobre el tiempo, vivirlo en vez de perseguirlo, gracias Nuria, abrazo grande Themis
ResponderEliminarAsí es Themis, yo pienso que el tiempo simplemente hay que dejarlo pasar puesto que es imposible pararlo. Un abrazo gigante
EliminarHola me ha encantado el cuento, estoy mal en sospechar que la abuela, es Alicia?
ResponderEliminarHola Cecy, no, la abuela simplemente recrea su versión. Un abrazo
EliminarNunca hay que dejar de soñar, ese es el mejor consejo que puede darse y/o recibirse.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Totalmente de acuerdo José, soñar es gratis. Un abrazo
EliminarHola Nuria
ResponderEliminarNos has contado un cuento maravilloso, reversionando el clásico, pero regalándonos la magia de la vida diaria para ser descubierta y disfrutada. En lugar de ser conejo, persiguiendo siempre el tiempo, conseguir "vivir" ese tiempo segundo a segundo. ¡Qué buen consejo!
La frase que me encantó: "descubrió algo único: no hay finales, sólo sueños nuevos que aguardan ser vividos."
Un fantástico aporte al VadeReto de este mes. ¡Felicitaciones Nuria! Un abrazo grandote.
Marlen
Muchas gracias Marlen, me alegra que te haya gustado. Y es que los sueños es lo único que nadie puede limitarnos, ni quitarnos la libertad de soñar porque ellos esperan a reverberar en nuestras mentes. Un abrazo gigante
EliminarMuy bonito Nuria, un relato con una gran enseñanza. Me ha encantado esta versión de Alicia contada por la abuela. Enhorabuena...
ResponderEliminarGracias Ana, otra forma de contar un cuento. Un abrazo
EliminarPrecioso cuento Nuria con su moraleja y todo. Has versionado muy bien el cuento real de Alicia. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias Lady, un abrazo grande
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