FENÓMENOS ATMOSFÉRICOS
Convocatoria: Cada jueves un relato. Anfitriona está semana Mag
El viento aúlla y los truenos retumban sacudiendo el asfalto bajo el coche. Un rayo ilumina el cielo, revela por un segundo el denso bosque que rodea la carretera. Dentro del automóvil, cuatro personas intentan mantenerse calmadas.
—¿Cuánto falta para llegar al pueblo más cercano? —pregunta Laura desde el asiento trasero.
—El GPS, marca alrededor de unos 30 kilómetros —indica Carlos, mientras sus dedos tamborilean sobre el volante—. Pero con esta lluvia, apenas podemos avanzar.
—Podríamos intentar buscar refugio.
—¿Estás loca? —replica Manuel, sentado junto a ella—. Salir del coche en medio de una tormenta con rayos y truenos por el bosque, es muy peligroso.
—No podemos permanecer en esta carretera —insiste Elena—. Si uno de esos rayos golpea el coche, estaremos fritos.
Carlos asiente con la cabeza.
—Elena tiene razón. Necesitamos avanzar, no veo luces de ningún vehículo en la carretera, debemos arriesgarnos.
—Al menos podríamos salir de esta zona boscosa. Los árboles me dan mucho miedo.
—De acuerdo, me arriesgaré a conducir a una velocidad un poco más rápida.
La carretera bajo la lluvia torrencial parece el mismísimo infierno.
—¡Allí! —grita Manuel, señalando hacia la derecha—. ¡He visto una señal!
Carlos detiene el coche y retrocede despacio. Efectivamente, hay una señal casi oculta por la vegetación.
—Indica un desvío —dice Manuel, esforzándose en leer entre la lluvia—. Quizás llegue hasta una granja o pueblo.
Granizos del tamaño de una canica golpean el auto. La luna delantera empieza a quebrarse. Sin otra opción, Carlos gira el volante y toma el desvío. El camino es estrecho, pero la arboleda cercana frena la fuerza del granizo al caer. Después de unos minutos inquietantes divisan una vieja cabaña que parece sólida.
—¡Allí! —exclama Laura—. ¡Aprisa, Carlos!
La puerta estaba entreabierta, y al entrar, ven que es el refugio rudimentario de algún cazador, pero seguro para pasar hasta que amaine la tormenta.
—Hemos tenido mucha suerte —señala Manuel, dejando escapar un suspiro.
—Sí, pero ¿y si regresa su dueño? —advierte Elena—.
—Con esta tormenta lo dudo. En cuanto se despeje, nos marchamos. Ahora, traeremos algo de suministros del coche, cenamos y descansamos hasta que esta pesadilla acabe. Acompáñame Manuel.
Mientras el grupo se acomoda en el pequeño refugio, los truenos siguen rugiendo afuera, el granizo golpea el techo y la lluvia acaricia las ventanas. Pero ellos saben que, dada las circunstancias, han tenido mucha suerte.
Muy buena aportación, Nuria. Me encantan las cabañas perdidas en el bosque, y más si una tormenta "ameniza" la estancia. A saber qué pasa después cuando llegue el dueño...
ResponderEliminarGracias Marcos, esperemos que se marchen antes. Un abrazo
EliminarHola Nuria, la tormenta perfecta y en el refugio, mejor que mejor. La cabaña no es suya, pero, dadas las circunstancias...
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo. :)
Gracias Merche, a veces hay que recurrir a esos refugiados olvidados de la mano del mundo. Un abrazo
EliminarMuy buen relato Nuria, menos mal que consiguen llegar a la cabaña.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias Dakota, menos que encontraron refugio aunque no fuese suyo. Un abrazo
EliminarEn realidad, estar dentro del auto es seguro, durante una tormenta. Ya que actúa como una jaula de Faraday, los rayos no pueden entrar.
ResponderEliminarPero se entiende el alivio de los personajes, al encontrar esa cabaña.
Un abrazo.
Eso es cierto Demiurgo, pero aunque es seguro, solo lo es a medias porque si un rayo cae en el auto y no te das cuenta que en ese momento tocas o rozas alguna parte metálica del coche, te puedes quedar frito. Un abrazo
EliminarMe has hecho recordar una tormenta que pasamos en el coche que fue horrible, el agua hacía una cortina, lo cual nos hizo parar en el arcén.
ResponderEliminarSin duda los fenómenos atmosféricos son temerosos, cuál sea de ellos.
Bien llevado el relato, un besote, Nuria.
Gracias Campirela, yo recuerdo una tormenta fuertísima que me pilló conduciendo y lo pasé fatal, un abrazo fuerte.
EliminarRelato de una bestial tormenta perfectamente ambieentado y, que se presta a una continuidad incierta e inquietante en cuanto a que es una cabaña no deshabitada y cuyo dueño puede ser un buen hombre o, por el contrario, un malvado capaz de cualquier cosa. ¿Están seguros tus protagonistas?.Te sugiero continuidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Pepe, no la descarto. Un abrazo
EliminarSin dufa las tormentaa siempre resultan inquietantes y nos dan sensación de peligro. Estar bajo un techo nos aporta seguridad! Un abrazote Nuria y mejórate pronto!
ResponderEliminarGracias Marifelita, aquí estoy con los vendajes un poco agobiada por la inmovilidad, pero deseando que me quiten los puntos y me den el alta. Un fuerte abrazo
EliminarDa mucho miedo ir en coche bajo una tormenta y sobre todo de noche. Un abrazo Nuria.
ResponderEliminarAsí es Federico, un abrazo fuerte
EliminarDurante las tormentas las fantasías infantiles se disparan y llevan a una suerte de interpretaciones donde el miedo se apodera de los que en ella se encuentran, más allá que no corran ningún riesgo. Muy bien llevado el relato, con un final inesperadamente feliz, abrazo grande Themis
ResponderEliminarGracias Themis, me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarHola Nuria. Me recuerda a cuentos como Hansel y Gretel o Ricitos de Oro. Esperemos que el dueño sea una persona normal y no el protagonista de un capítulo de Mentes Criminales...
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajajaja, gracias Mercedes, al igual no vas muy mal encaminada. Un abrazo
EliminarQué bueno que hayan llegado sanos y salvos a un refugio, pensé que terminarían estrellados o partidos por un rayo, muy buen relato Nuria, un abrazo.
ResponderEliminarPATRICIA F.
Gracias Patricia, un abrazo
EliminarBueno y quizás sea la gruta de un oso
ResponderEliminarPaz
Isaac
Jajajaja, quién sabe Isaac, todo es posible. Un abrazo
EliminarMuy bien lograda la necesidad de refugio en una tormenta. Nos hemos quedado más tranquilos al final jeje. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Mónica, un abrazo
EliminarSuerte de encontrar un refugio con la puerta abierta. Para una tormenta eléctrica, dicen que el lugar más seguro es un coche, con las ventanillas cerradas. Pero para la lluvia y el granizo, mejor la casa. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es Cristina, pero a pesar de ello se corre peligro en el interior del coche porque puedes estar rozando sin darte cuenta alguna parte metálica, como pasó el año pasado en california a un matrimonio que el marido quedó electrocutado al caer un rayo sobre el vehículo, el hombre tenía la mano sobre el pomo de acero inoxidable de las marchas y murió. Toda precaución es poca. Un abrazo
EliminarSi que han tenido mucha suerte, porque menuda aventura. Las tormentas pueden ser terribles, solo son bellas vistas desde un sitio resguardado. Buen relato, besos.
ResponderEliminarGracias Molí, un abrazo
EliminarQue miedo de situación para los que no nos gusta conducir ee noche( porque no vemos demasiado bien) y encima lluvia y tormenta y granizo.
ResponderEliminarYo seguro que paro. Y meterse por un camino más oscuro aún.
Después de ver el fi al, bueno sabiéndolo igual me aventuraba
Magnífico terror,... y sin monstruos
Abrazooo
Gracias Gabilante, me alegra que te guste. Un abrazo
EliminarHola Nuria. ¿Quien no ha buscado cobijo ante una fuerte tormenta? menos mal que tus protagonistas lo encontraron. Besos y buena semana
ResponderEliminarGracias Santi, un abrazo y feliz semana.
EliminarLa vida nos puede cambiar en un instante Elegir bien sobre la marcha es fundamental cuando todo te parece hostil Un abrazo
ResponderEliminarCierto Rodolfo, un abrazo
EliminarUn comienzo estremecedor, Nuria. Pintaba muy mal, pero el destino puso una buena vía de escape con ese camino salido de la nada.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato.
Un abrazo.
Gracias Carmen, me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarHola, Nuria, espero que andes bien. Con respecto a tu relato, me ha parecido muy buena la ambientación y las disquisiciones de los personajes y sus temores a la madre naturaleza, aunque hay un detalle que no es del todo acertado. Y es que el coche, en caso de tormenta con aparato eléctrico y siempre que se mantengan las ventanillas y puertas cerradas, es el lugar más seguro donde se puede estar. Porque la caroocería hace el efecto de jaula de Faraday y hace que el rayo se esxienda por su superficie y caiga a tierra sin afectar a los ocupantes de la cabina. Te dejo un enlace donde lo explican mucho mejor que yo:
ResponderEliminarhttps://www.lavanguardia.com/motor/actualidad/20230908/9169823/jaula-faraday-salvar-rayo-tormenta-electrica-coche-tsc.html
Por lo demás, me ha gustado bastante tu cuento.
Un beso y espero que estés mejor.
Gracias MJ, si también se lo de la jaula de Faraday, pero también está constatado que aunque el coche es seguro puede ser peligroso si no te das cuenta cuando cae un rayo en el coche y estás rozando una parte metálica que es lo que le sucedió a un matrimonio en California, gracias por el enlace y me alegro que te haya gustado. Aquí sigo esperando que el lunes todo siga igual y me den de alta porque la operación ha ido muy bien. Un abrazo
EliminarSí, Nuria. Tienes razón en lo de las partes metálicas, eso sí. Y me alegro mucho de que todo haya salido bien. Espero que pronto nos digas que estás fuera del hospital. Entre tanto, paciencia, que supongo que llenarás tu tiempo con buenas lecturas y, por lo que veo, escrituras. Un beso.
EliminarGracias MJ, ya en casa recuperándome, gracias a Dios todo ha salido bien. Un abrazo fuerte
EliminarHola, Nuria.
ResponderEliminarHe vivido tormentas salvajes en medio de carreteras comarcales y rodeadas de montañas y puedo asegurar que es vivir con el alma en un puño. La fuerza de la naturaleza es impresionante y somos muy muy muy pequeños.
Han tenido suerte y si hubiera aparecido el cazador, no creo que hubiese pasado nada pues el grupo de locos se hubiera hecho más grande :-)
Muchísimas gracias por tu historia, Nuria, y espero que todo vaya bien.
Un beso enorme y un fuerte abrazo.
Gracias Mag, todo bien, esperando el alta. Un fuerte abrazo
EliminarHe ido imaginando la escena y la verdad es que da miedo cuando estás en un coche, lo mejor es aparcarlo, y mira que bien que encontraron una cabaña, bienvenida fue.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, Nuria.
Un beso enorme.
Gracias María, me alegra que te haya gustado. Un abrazo
EliminarHan tenido la suerte de encontrar ese lugar, Nuria. En ocasiones, es mejor cambiar de ruta para sentirse seguros.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Cierto, gracias Miguelángel, un abrazo
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