Confieso, qué me gustaría no tener miedo al olvido, ni a la lentitud del cerebro, ni a permanecer inmóvil sin saber qué hacer; trás la rabia hay dolor y detrás de la razón el amor en su silencio.
Confieso que al mirar a los demás, vi lo mejor de mi misma y dejé de sentirme inferior al resto de personas, porque incluso la lluvia que cae desde el cielo, sin brújula, queda postrada a tus pies.
Confieso sentir el vértigo de un profundo quebranto en el que luciernagas y mariposas volaban bajo el haz de una luna fugaz, que altiva resplandecia.
Confieso, que deseo no aceptar la inquietud de mi corazón ni la voluntad de admitir todo sacrificio, pues me siento incapaz de allar sosiego por mi misma.
Confieso rogar a Dios que tuviese compasión, y mostrase la luz a mi pensamiento y raciocinio, para comprender cual es mi razón de ser. Porque el alma no duele, duele la carga que pesa en su espíritu.
Confieso, qué los ojos ven las injusticias y duele el pensamiento. No dañan las voces, sino lo que se expresa en ellas; ni duele en el alma sino lo que se digiere.
Confieso, que és el amor, presente o celestial, el que sé instala en tú corazón y tiene la medicina más poderosa para sanar el alma y hallar la paz interior en tu mente.
Confieso, que ruego a Dios, que rompa mi escudo protector y me permita ver su luz alumbrar mi día a día. Que mi espíritu, pueda encontrar una relación; mente, cuerpo, para salir del abismo en que se allá.
Confieso, que ahora sé que el sol quema si te acercas demasiado. Que pasado el tiempo hasta las personas malas que te hirieron pueden ser buenas y que hablar aquello que te inquieta puede quitarte el dolor del alma.
Que somos humanos y podemos cometer errores, pero Dios me mostró que la vida te enseña y aprendes a ser mejor persona, contigo misma y con los demás porque vivir; se vive una sola vez y ser tolerante, bondadoso y aceptar a cada cual como és, es la clave para la verdadera plenitud de tu alma y vivir una vida llena de paz y amor al prójimo.
Confieso, que inconsciente o no, soy consciente de cuánto escribo. Que mi vacío interior anhela la prosa, y la prosa el verso y el verso el poema queda sentido a mis letras; porque si te despoja la vida de la remembranza, el sol no brilla en tu vida y la luna deja de ser tu espejo. Por ello envío mis sueños al cielo y ruego a las estrellas que velen por ellos.
Publicada en la web de literatura Letrarium.com
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