Vidas Robadas
#MismoInicioDiferenteFinal
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—No sé, si serás lo suficientemente fuerte para soportar esto Verónica.
—Bah, tonterías Pol. Pues claro que si.
—Entonces empecemos la ofrenda.
Tocó una campanilla y apareció un mayordomo qué de viejo qué era, caminaba con lentitud. Llevaba una bandeja y sobre ella la cabeza de un ser humano y varios artilugios. El impacto y las náuseas que sentí fue brutal. <esta gente son macabros> me dije. Entonces el hombre que daba las órdenes, empezó a cortar la cabeza por la zona del cráneo. El cuchillo estaba tan afilado que cortaba el hueso con facilidad. El mundo había dejado de tener sentido para mí ante la macabra escena. El diablo pareció susurrarme al oído, <sal corriendo de ahí >.
Uno a uno, comenzaron a coger una porción de los sesos del hombre, y se los iban comiendo con tanto sadismo que repugnaba; no debía hacer mucho qué lo habían matado; no olía mal y la sangre no se había coagulado; debieron ponerle algún líquido. Me costó contener las náuseas. No podía aguantar más. El pánico a ser descubierto paralizó mi cuerpo. Pensé en el sufrimiento de aquel hombre cuando lo degollaban. La causa de tal aberración debía ser el placer de aterrorizar a su víctima para luego comerse sus sesos.
Recé para no ser descubierto. Me marcharía de allí y no volvería jamás. Me fui escabulliendo de la tétrica casa, tal y como entré; en cuclillas y tan sigiloso que ni el oxígeno notaba mi aliento. Cuando por fin salí corrí y corrí sin mirar atrás.
La vida de ladrón, terminó aquella noche para mí. Ya han pasado dos años y trabajo en una serrería. Pero nunca olvidaré el horror que viví aquella fatídica noche.
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