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miércoles, 10 de junio de 2020

El museo



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Vidas Robadas
 


Jean caminaba a paso rápido sin destino. Las nuevas cerraduras le hacían casi imposible su trabajo. Y es que Jean era un ladrón de casas. Pensaba en sus opciones cuando de pronto la vio... Una puerta con las llaves puestas. Se detuvo y se giró buscando al dueño, pero no había ningún alma en la calle. Giró la llave y entró a una vivienda que parecía vacía.
 
Su sorpresa fue que dentro, la casa era un museo.Tantas obras de arte. Esculturas preciosas del país anglosajón. Un reloj de pared de madera noble cuyas agujas eran de oro. En la mesa un jarrón de cerámica chiná. Miró la habitación contigua. Cientos de libros cubrían las paredes en enormes estanterías. El escudo de un caballero antiquísimo lucía frente a la chimenea en un pequeño sillón y en una mesa que parecía un escritorio; un caballo de madera, un tintero, una pluma, papel y un bello abrecartas de plata hacían las delicias de cualquier persona que tuviera la suerte de ver tanta belleza. 

—Busca usted a alguien—dijo un señor con cara larga y traje de mayordomo. 

Jean dio un respingo, pero logró mantener la compostura. 

—Me dijeron que aquí vendían obras de arte. Es todo impresi.... 
No le dejo terminar. 
—Se equivoca señor le han informado mal. Además el señor no volverá hasta dentro de unos días. 
Jean no tuvo que oír más, ya sabía cual sería su próximo golpe, y encima disponía de tiempo para prepararlo. 

—Muy bien buenas tardes. 

—Buenas tardes señor. 

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