Renacimiento
La condición humana, la vida, la muerte, el universo, la creación, la moralidad, la fortuna, los valores que deberían inspirar nuestra existencia... Todo parece envolvernos en un ciclo incesante. A veces, nos encerramos en nosotros mismos, con una melancolía que acepta, con cierto agotamiento, el peso ineludible de la vida. El alma, impredecible, cambia a ratos tan irracional, que llega a desdibujar lo humano en una superficie apenas rasgada por la comprensión.
El pasado se alza como el hilo invisible que une el ayer con el mañana, en un escenario que se muestra tan vasto como desolador. Si la imaginación despierta, el panorama se transforma en un pasaje nebuloso, como si un erudito ajeno a todo pesar caminara por los rincones de la mente, cargando con siglos de reflexión.
Siento, a veces, que mi espíritu cayó en pedazos hace ya algún tiempo, y esa sensación me agota. La vida avanza rauda, con su nuevo vestido de un violeta profundo que a veces confunde mis sentidos. Es una apariencia que me guía desde un interior tan misterioso como abrumador.
En ocasiones me descubro taciturna, pero me perdono por cada pensamiento que fluye en medio de esta incertidumbre. Me preocupa el destino, con todas sus facetas, como si fuera el irónico legado que el tiempo deja a su paso.
Y en mi humildad sigo meditando, reflexionando sobre la fugacidad del tiempo, preguntándome si acaso la verdadera perfección del carácter reside en vivir cada día como si fuera el último. Sin tristeza, sin apatía, sin aspiraciones desmedidas, comprendiendo que, al final, se necesita muy poco para vivir en calma y en paz.
No soy estoica, no del todo, porque entiendo que la muerte es el descanso final que todos buscamos, aunque queramos retrasarlo. El instinto de vivir nos arrastra, nos mueve como marionetas, y esa es la paradoja del pensamiento que atormenta la mente.
Quizá algún día logre comprenderme a fondo. Para entender que la realidad no es más que un flujo incesante que nos envuelve. Y entonces, sabré que lo esencial es concentrarme en el núcleo de mi propio universo, el centro que da sentido a todo lo que me rodea.
Sin embargo, en medio de este caos interno, algo ha comenzado a germinar. Como una semilla que yace bajo tierra, esperando su momento de florecer, siento que un cambio sutil está surgiendo desde lo más profundo de mi ser. La comprensión que antes se me escapaba, ahora empieza a delinearse, no como un alivio inmediato, sino como una aceptación serena de lo que soy y lo que puedo llegar a ser.
La vida, con todos sus pesares, sus preguntas sin respuestas y su fragilidad, se revela también como un campo fértil para el renacimiento. Es posible que en el constante flujo del tiempo no exista un final definitivo, sino una transformación perpetua. Y en este ciclo, me encuentro renaciendo, no como un ser perfecto, sino como alguien en paz con su propia imperfección.
He aprendido que no necesito tener todas las respuestas, que el misterio de la existencia es parte de su belleza. Que el pasado, en lugar de ser una carga, es el cimiento sobre el cual puedo construir algo nuevo. Que la melancolía y el agotamiento son tan naturales como la alegría y la esperanza, y que cada emoción tiene su propósito en el tejido de la vida. Hoy siento, por primera vez en mucho tiempo, que mis pedazos se reunen, no para formar la persona que fui, sino para dar lugar a la que estoy destinada a ser. La vida continúa, y yo con ella. Respiro con una nueva ligereza, consciente de que, al final, la única constante es el cambio, y que en cada transformación hay una oportunidad para renacer.
Este relato participa en el VadeReto de enero que organiza José Antonio desde su blog Acervo de letras.
Bases y participantes AQUÍ
Me gusto tu relato. El tiempo pasa y uno siempre puede renacer. Te mando un beso.
ResponderEliminarGracias Alexander, me alegra que te guste, besitos
EliminarMuy buen relato bella 🖤 es lo que solemos pasar algunas personas pero hay que tener algo en claro la vida continua por más que haya trabas en el camino.
ResponderEliminarUn besote desde Plegarias en la Noche
Así debe ser Tiffany, gracias y un fuerte abrazo
EliminarUn renacer profundo y sincero, Nuria. Una reflexión que sale de la experiencia y la madurez. Me encantó cómo la planteas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Gracias Miguelángel, un abrazo grande
EliminarExcelente relato, me gustó esta parte: "la verdadera perfección del carácter reside en vivir cada día como si fuera el último. Sin tristeza, sin apatía, sin aspiraciones desmedidas, comprendiendo que, al final, se necesita muy poco para vivir en calma y en paz".
ResponderEliminarTengo cerca de 64 años y si algo he aprendido en esta larga vida es que ese es el sentido de mi vida y también comparto contigo lo de vivir cada día como si fuera el último.
¡Un abrazo grande!
Hola Ric, te agradezco tu sinceridad. La vida pasa rápido por eso hay que vivir cada día con intensidad. Un abrazo grande
EliminarUn gran relato que te hace pensar acerca del presente y de cómo puede afectarnos nuestras decisiones del pasado y nuestra forma de ver la vida. Felicidades por la entrada :)
ResponderEliminarMuchas gracias Selina, un abrazo grande
EliminarCreo que cuando todos atravesamos ese momento, significa que nos estamos forzando a estar y hacer algo que ya no es para nosotros y hay algo dentro que nos avisa de que estamos perdiendo el tiempo en ello.
ResponderEliminarUn besazo Nuria!
Posiblemente así sea Morella, nunca hay que descuidarse. Un abrazo grande
EliminarMuy bueno Nuria, así es todos vamos camino a integrar nuestro yo y hacernos uno en él, pues así lo marca el desarrollo aceptarse a sí mismo en todos sus aspectos, o entrar en la desesperación de que quisiera otra cosa pero ya no hay tiempo para hacerlo. Eso sí, vivir un día a la vez y seguir cambiando todo aquello que haya que cambiar. Abrazo grande Themis
ResponderEliminarTotalmente Themis, como dice el refrán, renovarse o morir, así que mejor renacer. Un abrazo grande
EliminarCada vez siento que el tiempo pasa cada vez más deprisa. Ya se han cumplido cuatro años que empecé el blog. Un abrazo.
ResponderEliminarUff, y tanto Federico, yo hace años que lo empecé. Un abrazo
EliminarHola, Nuria.
ResponderEliminarUn relato lleno de reflexiones y emociones sobre la filosofía de la vida.
La verdad es que, como dijo alguien inteligente, nunca es tarde para renacer, para cambiar, para mejorar. Solo hay que tener la mente abierta y estar dispuesto al cambio.
Esa frase final: «Hoy siento, por primera vez en mucho tiempo, que mis pedazos se reúnen, no para formar la persona que fui, sino para dar lugar a la que estoy destinada a ser», es de una gran belleza y profundidad. Ojalá ese día llegue para todos.
Muchísimas gracias por esta magnífica reflexión en forma de relato para el VadeReto.
Abrazo Grande.
Gracias a ti Jose Antonio por darnos la fórmula de la inspiración. Me alegra mucho que ya estés mejor, sigamos caminando en este inquieto mundo. Un abrazo
EliminarHola Nuria, "Un nuevo renacer," es una introspección profundamente filosófica que explora la fragilidad y la belleza de la condición humana. A través de una narrativa rica en simbolismos, logras transmitir la lucha interna entre la melancolía y la esperanza, mientras invitas al lector a reflexionar sobre el constante flujo de la vida y la posibilidad de transformación. La metáfora de la semilla que germina en medio del caos interno es especialmente poderosa, simbolizando el renacimiento personal y la aceptación de la imperfección como parte esencial del ser. Es un texto que no solo conmueve, sino que también inspira a abrazar el cambio y a encontrar paz en medio de la incertidumbre. ¡Una obra reflexiva y llena de sensibilidad! Abrazos desde Venezuela
ResponderEliminarHola Nuria, "Un nuevo renacer," es una introspección profundamente filosófica que explora la fragilidad y la belleza de la condición humana. A través de una narrativa rica en simbolismos, logras transmitir la lucha interna entre la melancolía y la esperanza, mientras invitas al lector a reflexionar sobre el constante flujo de la vida y la posibilidad de transformación. La metáfora de la semilla que germina en medio del caos interno es especialmente poderosa, simbolizando el renacimiento personal y la aceptación de la imperfección como parte esencial del ser. Es un texto que no solo conmueve, sino que también inspira a abrazar el cambio y a encontrar paz en medio de la incertidumbre. ¡Una obra reflexiva y llena de sensibilidad! Abrazos desde Venezuela
ResponderEliminarGracias Raquel, un fuerte abrazo
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