Jean caminaba a paso rápido rumbo a la ciudad. Al llegar el alcalde le enseñó los restos putrefactos de su hermano. Los encontró una joven en el bosque. Jean miró el cadáver, se dio la vuelta y no pronunció palabra. Quién podía haber sido tan mezquino para arrancarle el corazón. Se hospedó en la ciudad, deseaba saber algo más de su hermano, el cual llevaba años sin saber nada de él.
Al preguntar a la joven, esta le comentó que se rumoreaba que tenía ideas turbias, extrañas y qué apenas hablaba con nadie.
Se dirigió al lugar donde lo encontraron con la joven. Desde allí se divisaba una casa bastante tétrica. Se dirigió a ella. Tocó el picaporte. La puerta se abrió. Una figura oscura se dirigió hacia él. Tembló de miedo, la joven salió huyendo; pero el no podía mover ni un solo músculo. Pensó que quizás era el fin.
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