Microrrelato inspirado en la obra EL SUICIDIO 1880 Édouard Manet
MICRORRETO: EL ARTE Y LA LITERATURA
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Ser capaz de recordar todas las horas de tormenta que mi soledad y abandono crearon como un claro espejismo en mi mente, hizo que me sintiera como una abeja que está sola en el panal, cuyo sentimiento no es más que una hoja que cae de un árbol en otoño; algo que el viento desplaza.
Me encontré abducido por una vida que repugnaba con un síndrome de locura y el infierno real que me rodeaba. Mis esfuerzos no lograron quitar de mi mente la pistola que aguardaba en un cajón. Quizás la muerte era la única solución a una vida bipolar de inseguridad; de alguna forma ya estaba muerto.
Comprendí que la vida me había cegado, dotándome de una identidad que no me correspondía, sin poder erradicar mi sufrimiento. Eché de menos recordar una historia a la luz de una hoguera bajo un manto de estrellas. Contemplé esa rigurosa impotencia y la convertí en el centro de mi dolor. ¿Qué sentido tenía apelar al tiempo? Si algo podía ser contado, también podría ser transformado. De esta manera, con las palabras entre las sombras de mi habitación, describí mis últimos pensamientos.
"El hombre de expresión agónica y pesar en el corazón se despide para siempre". Cogí el arma que esperaba en el cajón del escritorio. Sentado sobre la cama, acerqué el arma al pecho, y disparé... Mi alma se elevó y miró feliz el despojo humano con el pecho cubierto de sangre que yacía inerte sobre la cama.
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