RELATO NAVIDEÑO
Cristina Rubio desde comunidad literaria Alianzara nos propone este mes: Escribe un relato original inspirado en alguna de las propuestas anteriores, las cuales pueden leer AQUÍ .
Tu relato no debe superar las 900 palabras.
La fecha límite para participar es el 31 de diciembre.
Relato inspirado en la 4 propuesta:
«Soledad y tristeza.
La Navidad como una época en la que se acentúa la soledad y el abandono que sufren muchas personas.
La tristeza y la añoranza que siente por alguien que ya no está para disfrutar de su compañía en estas fiestas».
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La ciudad brillaba con luces de colores, los escaparates estaban decorados con figuras navideñas y árboles llenos de adornos. Las calles se llenaban de personas que cargaban regalos y se preparaban para las reuniones familiares. Sin embargo, para Dana, la Navidad no era más que una fecha en la que la soledad se sentía con más fuerza. Caminaba por esas mismas calles, pero el bullicio no la alcanzaba. La alegría parecía un lujo lejano, una emoción que otros vivían y que ella solo podía observar desde una distancia dolorosa.
Este era el segundo año sin su madre. Desde niña, la Navidad fue su época favorita, llena de felicidad, villancicos, y el aroma inconfundible a galletas de canela y roscos de anís, que su madre preparaba cada Nochebuena: la víspera de Navidad. La mesa se llenaba de comida, polvorones, turrones y licores, y el postre solía ser los cánticos navideños, y ese amor que no necesitaba palabras.
Pero todo era parte de un recuerdo que dolía. Con su madre, se habían ido también esas fechas llenas de amor. Había intentado mantener la tradición el año anterior, por amor a su madre, pero el silencio en la casa fue insoportable. El árbol se había quedado a medias, las luces permanecían apagadas, y las galletas, a medio hornear, se enfriaron en la cocina sin que nadie las probara. Este año, ni siquiera había sacado las cajas de adornos del armario.
La Navidad, para muchos, era sinónimo de familia, de unión, de celebrar la vida y los momentos compartidos. Para Dana, eran unos días de ausencia inaguantable, un recordatorio cruel de lo que ya no estaba. Los villancicos que sonaban en cada rincón de la ciudad parecían una burla. "Noche de paz, noche de amor...", sonaba, pero para ella, no había paz en su corazón, solo una soledad que la envolvía con más fuerza conforme se acercaba la Nochebuena.
Caminó sin rumbo hasta llegar a la plaza del centro, donde un enorme árbol de Navidad iluminaba el lugar. Se detuvo a observarlo, y mientras lo hacía, no pudo evitar que las lágrimas empezaran a correr por su rostro. Allí, entre la multitud, se sintió más sola que nunca. Las familias que se tomaban fotos bajo el árbol resaltaban con más claridad lo que a ella le faltaba. Se sentó en un banco cercano, sintiendo el frío de diciembre calar sus huesos. Recordó cómo, cuando era niña, su madre la envolvía en su abrigo y la apretaba contra ella para mantenerla cálida. Pero ahora no estaba para abrazarla.
A su alrededor, las personas pasaban sin notar su dolor. Y aunque algunas sonrisas se cruzaban con su mirada, nadie parecía percibir la tristeza que llevaba dentro. La Navidad, pensó, era una época que magnificaba las ausencias. No importaba cuántas luces hubiera a su alrededor, ni cuántos regalos se amontonaran bajo los árboles. Lo realmente importante, que le daba sentido a esas luces y regalos, era la presencia de aquellos a los que amas. Y ahora todo estaba vacío.
Las campanas de la iglesia sonaron, anunciando la medianoche. Cerró los ojos, intentando contener las lágrimas que seguían cayendo. Se sentía pequeña en un mundo que seguía girando, ajeno a su dolor. Sabía que esa noche no recibiría llamadas, ni mensajes, ni habría una voz familiar al otro lado de la mesa, deseándole una feliz Navidad. Solo la dura y fría realidad de lo que ya no sería.
Entre luces que no brillaban para ella y melodías que no alcanzaban su corazón, comprendió que esa Navidad, como tantas otras, sería una más entre las muchas que se sienten vacías, porque la soledad, en estas fechas, se siente como una herida abierta, donde la ausencia de quienes ya no están se convierte en el único regalo que el tiempo le dejaba.
Miró al cielo y vio una estrella fugaz. Notó que una extraña inquietud se apoderaba de ella. Sonrió. Quizás su madre desde el cielo le enviaba una señal, porque desde que murió no se había sentido así. Comprobó su reloj. Aún estaba a tiempo de llegar a casa de su tía Elisa, donde el resto de la familia se reunía en Nochebuena. ¡Gracias, mamá! Murmuró. Se abrochó el abrigo. Se ajustó al cuello la bufanda y se alejó a prisa mientras iba canturreando: campana sobre campana, y sobre campana...
¡Hola, Nuria! Es precioso y muy emotivo el relato que has escrito. Me ha gustado mucho cómo has sabido ahondar en los sentimientos de Dana: en su tristeza, abandono y soledad. Y ese dolor perpetuo por la ausencia de su madre al que nos diriges una y otra vez haciéndonos sentir lo que siente Dana desde las diferentes situaciones, todas centradas en la Navidad.
ResponderEliminarMe encantan muchas de las reflexiones de la protagonista de este relato, como por ejemplo: «La Navidad, pensó, era una época que magnificaba las ausencias. No importaba cuántas luces hubiera a su alrededor, ni cuántos regalos se amontonaran bajo los árboles. Lo realmente importante, que le daba sentido a esas luces y regalos, era la presencia de aquellos a los que amas. Y ahora todo estaba vacío».
También me ha encantado ese final esperanzador con la estrella fugaz que Dana interpreta como una señal de su madre que la anima a celebrar la Navidad con sus demás familiares. Muy hermoso.
Muchas gracias por participar en el reto. ¡Un fuerte abrazo!
Hola Nuria, es un relato lleno de emoción, de recuerdos, tristeza y esperanzador a la vez.
ResponderEliminarCuando los padres ya partieron es muy triste, cuando la familia se achica por las ausencias se hace un nudo en el estómago, pero yo aprendí que la mejor manera de honrarlos sobre todo a mi mamá y papá es recordar las navidades con una sonrisa y festejar.
Lo hago decoro mi casa, amaso pan dulce como lo hacía mi mamá y siempre sonrío, por ellos y para que mis hijos aprendan a disfrutar de este tiempo.
Me gusto mucho tu relato Nuria.
Un abrazo.
PATRICIA F.
Gracias Cristina, la Navidad es una fecha de reuniones familiares preciosa y emotiva, pero también de tristeza y añoranza por los que no están. Es inevitable acordarse de ellos. Un abrazo
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