Máscaras Sociales (16 Años del Blog) de nuestra amiga Roselia Espiritual Idade
XVI Interacción Fraternal
Diecisiete años han transcurrido desde que abrí la compuerta de este scriptorium intangible al que llamé blog. No pensé entonces que haría un parón y que las palabras, depositadas con la modestia de un principiante, acabarían erigiendo una catedral de amigos lectores que dialogan sin fronteras de tiempo ni geografía.
Cada texto ha sido una incursión en lo ignoto, una semilla arrojada al humus digital, que a veces germina en asombro y otras en silencio reverente. He tejido mis relatos como quien urde tapices con hilos de neblina, sabiendo que la permanencia es ilusión, pero que la efervescencia del instante escrito tiene la densidad de lo perdurable.
El blog, a fuerza de constancia, se volvió códice en movimiento, un archivo que respira y se renueva, un espejo donde he visto reflejarse mis mutaciones: la voz que balbuceaba en los albores, la que luego aprendió a modulár su ímpetu, y la que hoy se atreve a explorar vocablos que parecen reliquias de otro siglo.
Diecisiete años… No son mero guarismo: son un palimpsesto vital, capas superpuestas de emoción, lectura y desvelo. Cada publicación ha sido un rito diminuto, un conjuro contra la fugacidad, un recordatorio de que el verbo, cuando se comparte, trasciende la carne y se adscribe al reino de lo inmarcesible. Una forma de destapar el alma y huir del mundo trivial. Y sigo con esta travesía de tinta, celebrando no tanto el haber llegado, sino la certeza de que aún hay mares de metáforas por surcar, y que la bitácora del blog es mi embarcación más fiel.
Sostengo un rostro que no es mío,
una máscara que aprendí a llevar
para que el mundo no adivinara
el temblor de mis certezas.
Me he escondido tantas veces
tras su silencio de barro,
que a veces temo haber olvidado
la textura verdadera de mi piel.
Pero hay un ojo que insiste,
que se abre paso entre las grietas,
que se niega a apagarse.
Ese ojo soy yo,
ese resquicio que aún respira,
esa parte que no quiere ceder
ni a la costumbre
ni al disfraz.
Hoy confieso:
la máscara pesa,
pero todavía guardo fuerzas
para apartarla,
aunque sea por un instante,
y mirarme sin miedo.
Poesia linda e forte e todos podemos decidir não máscaras usar, deixá-las de lado! Gostei de tua participação! beijos praianos, chica
ResponderEliminarQuerida amiga Nuria, como sinto prazer em ter encontrado você no mundo virtual e termos mantido convívio tão salutar no ano atual.
ResponderEliminarSó tem sido ganho para mim em todos os níveis.
Pessoas como você se mostram com ética, com elegância virtual e cativam meu ser.
O carinho sincero no trato é consolador.
Gostei muito da descrição da sua caminhada virtual.
Temos pontos em comum, sobretudo o fato de não termos esperado tanto no início do nosso blogar.
Foi muito o que ganhamos, aprendemos, partilhamos...
Não foram empecilhos os idiomas, temperamentos, falta de tempo para nos doarmos mais, enfermidades eventuais, nada impediu nossa perseverança.
Que bonança!
Transcende a carne... como disse muito bem.
Sabe, amiga, blogar é também missão, assim percebo.
Não me refiro a religiosidade, pois cada um tem seu credo religioso e não empata na convivência feliz se tirarmos as máscaras...
É missão do bem, da paz, de cultura partilhada, de enriquecimento pessoal e coletivo e de tanto mais.
Não comemoro para somar anos. Como você colocou, não são algoritmos apenas. São fruto da nossa dedicação total que vale festejar e agradecer, sobretudo.
Seu poema está excelente, recheado de psicologia bem concebida.
A última estrofe fecha, aureamente, o enredo poético.
Sim, a máscara pesa muito e muito, tira nossa espontaneidade.
Você me fez respirar ao final junto do fôlego que quase lhe faltou a expressar o que sentimos ao nos desmascararmos, sim precisamos de muito bom fôlego a transparecermos autenticidade.
Foi valiosíssima sua participação.
Muito obrigada pelo seu ânimo em participar prontamente.
Seja muito feliz e abençoada!
Beijinhos fraternos de gratidão e estima
💐🤝😇🙏😘