El PASTOR camina por el campo, observando cómo las VACAS pastan tranquilamente la fresca HIERBA. Al otro lado de la VALLA, el sol baña el paisaje con su luz cálida, como si el mundo estuviera cubierto de una capa de MIEL. En ese momento, piensa que la vida, como la MIEL, puede ser dulce y espesa, pero también pegajosa y lenta. Las VACAS, ajenas a su pensamiento, siguen su rutina, mientras él se pregunta si esa simplicidad es la verdadera dulzura de la vida, el auténtico néctar del día a día. Pero no necesita respuesta: sabe qué es necesario para su vida.
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