José Antonio desde su blog VadeReto nos propone este mes:
LA RECETA
Las condiciones del reto son crear un relato alrededor de una RECETA DE COCINA.
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Puso la olla sobre el fogón más grande y encendió el fuego. Bufó cabreada mientras cogía varias zanahorias y se ponía a cortarlas en juliana. Entre tanto murmuraba.
«Encima, tengo que aguantar a mi suegra sábado tras sábado.» ¡Cómo se me ocurrió decir que sabía esta receta! ¡Seré idiota! ¡A mi suegra! Con su ironía y sus indirectas. Como si no tuviera bastante trabajo, encima cocinar para ella y la petarda de mi cuñada, la rechoncha. ¡Qué esa es otra! Y no es porque le sobren quilos, no, sino porque se embute en unos vestidos que, como eructe, los botones salen volando. Y ¿quién soy yo para criticarla? Me pregunto, pero es que no soporto el ruido que hace masticando. Me levanta el estómago. Pero no, no puedo decir nada por qué mi esposo se molestaría«».
—Mamá, tengo limpios mis vaqueros.
—¡Largo de la cocina, o no respondo.! Con la mala hostia que tengo, soy capaz de...
—Pero mamá...
—Qué...
—Los caracoles están subiendo por los azulejos.
—¡Maldita sea! Me había olvidado de ellos.
Después de un buen rato, todos los caracoles estaban de nuevo en la olla. Lola se quedó un momento controlando que no volvieran a escapar. «Hoy van a comer caracoles revueltos» No pienso hacer la tarta de zanahoria. «Se acabó el pasarme horas para que luego no valoren mi esfuerzo». Siguió con la receta, cortando unas cebollas y pimientos. Los caracoles ya habían cedido al calor del fuego. Tras veinte minutos, retiró la olla, puso la cazuela, le añadió aceite, la cebolla y los pimientos. Lo frio un poco, añadió chorizo a trocitos, le dio unas vueltas y echó un vaso de vino tinto, además de una guindilla. «Bueno, mejor dos, que rabien un poco, pensó».
Como un autómata, batió cuatro huevos, añadió harina, azúcar y mezcló, volteó en una bandeja de honor y por encima esturreó las zanahorias. Encendió el horno, giró el reloj y suspiró aliviada.
—Cariño, mira quién ha venido.
Cuando vio a la tía Tula en la puerta de la cocina, maldijo para sus adentros.
—Tía, qué sorpresa. Pasé al salón con Víctor, que yo acabo enseguida. Su hermana y sobrina estarán a punto de llegar.
Miró a su esposo mientras salían de su espacio de poder. Apretó los dientes y pensó que no volvería a cocinar para ellas. ¡Ya está bien de gorrones! Murmuró indignada. Abrió la cazuela y movió un poco; «qué bien huelen los condenados», dijo. Tenía tanta calor que se sirvió una copa de vino fresco. Su suegra y su hermana ya estaban en el salón, hablaban del tráfico tan molesto que cada sábado debian aguantar para acudir a la comida familiar, eso sí, por si acaso necesitaba ayuda, ni siquiera se acercaban a la cocina. Apagó el fuego donde hervían los caracoles; «la salsa estaba en su punto», dijo como si alguien estuviera escuchando. Seguía teniendo calor y se sirvió otra copa de vino. La tarta de zanahoria desprendía un buenísimo olor. Se sirvió otra copa. ¡Qué coño, estoy harta! Refunfuñó, ya que tengo que aguantarlas, que sea contenta. El timbre del horno empezó a sonar. Se sirvió otra copa. El vino empezaba a hacer efecto.
—Manuela, —señaló, mientras entraba en el salón con la cazuela de caracoles— qué vestido tan bonito llevas hoy, —con tan mala pata que tropezó, y los caracoles acabaron desparramados en la alfombra y parte de la salsa en el vestido de la cuñada, qué soltó un grito llevándose las manos a la cabeza.
—Tranquilos, —dijo Lola— tenemos tarta de zanahorias. ¡Narices, qué tropezón más tonto me acabo de dar!
El silencio fue abrumador.
Hola, Nuria, jajajaja, pobre chica, no me extraña que pasara lo que pasó y poco fue... Lo mejor a un restaurante y que, por supuesto, pague el marido, que este menudo aprovechado, toda su familia en casa y sin mover un dedo.
ResponderEliminarUn abrazo..🤗
Aunque no lo parezca antes pasaba. Ahora es diferente, todo a evolucionado mucho. Un abrazo
EliminarJajajajajjaj, buenísimo, muy gracioso ese final, gracias Nuria, abrazo Themis
ResponderEliminarMe alegra arrancaron una sonrisa que buena falta hace en estos tiempos tan convulsos. Un abrazo
EliminarEl silencio marca el preciso final.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Como para decir algo, jajaja, un abrazo
EliminarPobrecilla, en esa situación es pa darse a la bebida y fumarte cualquier cosa 😁😁🤗
ResponderEliminarJajajaja, hasta un canuto diría yo. Gracias Beatriz por dejar tu huella, un abrazo
EliminarBueno, creo que pocas nos podemos disociar de tu relato jajaja. Suele suceder, a veces lo que hace falta son ganas de aclarar que una no está al servicio de terceros, a falta de eso, el alcohol puede ayudar , pero no es aconsejable. Muy bueno, Nuria. Saludos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Ana, aclarar las cosas aunque supongo una bronca con el esposo. Un abrazo
EliminarCaracoles por los azulejos. Me ha recordado a cuando los cocinaba mi abuela, que había que ir cazándolos por todos los alrededores de la olla 😂
ResponderEliminarJajajaja, además de verdad. Un abrazo
EliminarHola, Nuria.
ResponderEliminar¡Qué regalazo para este lunes!
Me sacaste la sonrisa y una gran carcajada final.
La verdad es que las comidas familiares siempre son complicadas (por decir algo suave) por muy bien que se lleven. Si preparar todo el tinglado ya es un fastidio (la mayoría de las veces sin ayuda, «venimos a disfrutar, no a trabajar», palabras textuales), tener que aguantar toda la velada escuchando "opiniones" y debates "variados" es un tormento.
Hablo con conocimiento de causa.
Yo también soy el que alivia la cocina con una copita, pero el vinito blanco es demasiado peligroso. ;)
Muchas gracias por hacernos reír en el VadeReto. Las recetas parecen sabrosísimas, me encantan los caracoles. Y el silencio final apoteósico.
Abrazo grande.
Gracias José Antonio, créete que escribí el texto a la vez que hacía los caracoles en salsa 🤤 que ricos están. Un abrazo
EliminarHola, Nuria. La receta de los caracoles me ha llevado a los recuerdos de los caracoles de mi madre. Qué buenos. El final del relato es lo menos que podía pasar, jaja. Esas comidas familiares, jajaja.
ResponderEliminarJajajaja, son toda una odisea Mayte. Un fuerte abrazo
EliminarMe ha divertido mucho el enfoque de comida familiar con sacrificio de la cocinera para poder cumplir y no soliviantar a su marido, los caracoles escapándose de la cazuela, las dos copillas de vino de más que ayudan a desencadenar la ruina del vestido de la cuñada... en fin, un relato redondo que te hace soltar al final una sonora carcajada.
ResponderEliminarAbrazos.
Me alegra haberte hecho sonreír que es muy sano, un abrazo grande
EliminarHola, Nuria!!
ResponderEliminarPersonalmente me horroriza más tu relato que el mío 😅 ya que cocinar no me gusta nada y lo hago por obligación.
Mientras leía me estaba entrando una mala leche por las gorronad y el marido... Qué lástima de caracoles.
Aquí en Lleida tenemos L'aplec del Cargol que se celebra cada mayo.
Hola Noelia, si que son típicos en Lérida y muy ricos por cierto. Gracias y un fuerte abrazo
EliminarComo escapar a esas circunstancias familiares.?... pues nada mas incomodo que los cuñados, suegros y tios politicos.
ResponderEliminarJajajaja, la verdad es que si Jose, sobre todo si son como los pinta la protagonista. Un abrazo
EliminarJajajaja, me hiciste reír Nuria, es muy buena tu historia, la verdad es que la entiendo, yo amo cocinar, pero si estoy enojada por algo, no me dan ganas y me pasa como a tu protagonista, me pongo de muy mal humor, eso sí por suerte nunca desparramé la comida arriba de nadie (hasta ahora), jajajaja, eso sí como ella no me privo de unas copas de vino tampoco.
ResponderEliminarMuy buena historia y la disfruté mucho, un abrazo.
PATRICIA F.
Gracias Patricia, hay que tomárselo con humor. Un abrazo
EliminarQue tropezon mas tonto y que lástima de guiso! Je, je! Un abrazote!
ResponderEliminarSi, con lo ricos que están. Un abrazo
EliminarUna situación estresante! Por cierto, el monólogo inicial es muy bueno y el tropezón final muy apunto. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias Lady, un abrazo
EliminarHola Nuria
ResponderEliminar¡Ay, las comidas familiares! Donde una trabaja y está al servicio de los demás. Y "esos demás" se la pasan comentando y criticando: Está bien, pero le falta un poquito de sal. A veces, lo que le falta son ganas de aclarar que una no está al servicio de terceros. El alcohol puede ayudar a pasar la velada más distendida, pero ¡cuidadín con el vino blanco, que parece agua y luego NO.
Lo mejor, ir alternando la casa o la/el chef.
En cuanto a los caracoles, están mejor en su habitat. Si los como, ¡me caminan por dentro! Un abrazo.
Marlen
Hola Nuria.
ResponderEliminarSegundo intento de hacerte llegar mi comentario.
¡Ay las comidas familiares! donde una/uno cocina y el resto se dedica a comentar y criticar: Está bien, pero le falta un poco de sal. Lo que falta son las ganas de aclarar que una/uno no está al servicio de terceros. El alcohol puede ayudar, pero no es aconsejable. El vino blanco parece agua, pero NO.
Lo mejor, alternar la casa y la/el chef. O elegir las vacaciones en los momentos apropiados ¡ja ja ja!
Un abrazo.
Jajajaja, cuánta razón tienes Marlem, el alcohol cuanto más lejos mejor y las comidas familiares, poquito a poquito, jejeje. Un abrazo
EliminarLos caracoles son un plato típico de mi tierra. Yo los he comido y están muy buenos. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Federico, a mí me encantan, quizás por eso se me ocurrió el relato sobre los caracoles. Un abrazo
EliminarDelirante final, Nuria.
ResponderEliminarLa tarea ya estaba hecha, pero entre el ánimo retorcido y el vino, salió todo lo que llevaba en el subconsciente.
Un fuerte abrazo :-)