Su espina dorsal se tenso al notar una presencia tras de si. Giró lentamente su cabeza, y se encontró con los ojos rojos incandescentes del árbol. Miró al resto de asistentes al ritual; permanecían impasibles. Sintió que el fuego ardía en su cuerpo; de repente, Herumor, entendió que debía huir, pero el árbol oscuro extendió sus ramas retorcidas, arrastrándolo hacia las profundidades de la oscuridad eterna.
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