Microrrelato
Subía lentamente la escalera pétrea. Su corazón compungido miraba las velas que alumbraban los peldaños en un lamento quebrado. Las sombras de su destino vagaban por el interior. Sintió el leve crujido de las hojas bajo sus pies, pero su cuerpo frío no se inmutó.
El cerrojo de la puerta permanecía cerrado, sin embargo, para ella no era un problema desde aquella noche que fue mordida por un vampiro; ahora, su mortaja era la tumba a la que cada vez que calmaba su sed de sangre, regresaba.
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