Son de oro, gritaron unos; son hojas de calabaza, dijeron otros. En la tierra, una enorme sombra cubría los campos.
Aquella mañana mientras leía el libro que araña a mi alma, las burbujas disparaban manzanas como si fueran pepitas de calabaza, dudé, pero...
El profesor era tan ácido como el limón que portaba en su cabeza. Pero las marionetas no dejarían que las burbujas desacieran su mundo, por eso cogieron el caldero y entonces el reloj...
Se amaban. No importaban sus parejas, ni el mundo que no comprendían su amor. Ellos eran el edén, un jardín en el oasis perpetuo del amor. Sus labios...
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