#LetrasDeCine
Y de pronto las baldosas amarillas del reino de Oz se volvieron azules. El tornado que trasladó la casa hasta el lugar se disipó en un instante y un radiante sol brilló con fuerza.
La malvada bruja intentó atrapar a la joven y sus amigos, pero un rápido choque entre sus zapatos rojos lo evitó transportando a los cuatro hasta otro zona de aquel mágico país, donde un extraño conejo preparaba el té para celebrar su no, cumpleaños. Desde un árbol un gato que aparecía y desaparecía se unió a la fiesta.
Pero la fiesta era pagana, entonces aparecieron las brujas de Salem con sus escobas dispuestas a iniciar un ritual para derrotar a la malvada bruja negra del mundo de Oz. De pronto un sonido dejó a todo boquiabiertos:
Cuac, Cuac, Cuac...
Era el patito feo y sus cuatro hermanos que seguían a mamá pata. Cruzaron el camino cómo si nada y desaparecieron en el bosque. Sin embargo, el león aterrado se había subido a un árbol y desde allí gritaba:
—Socorro, socorro...
En aquel instante una potente vos gritó:
—Que le corten la cabeza.
La reina estaba observando toda la escena y odiaba los cumpleaños.
—No... Mi cabeza no, —gritó muerto de miedo el león.
Por suerte Alicia y el simpático conejo convencieron a la reina y pudieron seguir su camino por aquel mundo de magia y fantasía.
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