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martes, 31 de mayo de 2022

El órdago


Hilo de #MicrorrelatosTrippy🌺 entre @Jose_1Bruji @Ratonet3 @rodribri7 desde Letrarium Daniel Martelo, Letrarium, Merche Soriano Trapero y Nuria de Espinosa 


Cuando lanzó su órdago supo cuan escasa era su oportunidad cómo si fuera un plan elaborado por otra persona. Durante sus largas horas de soledad sintió que no había sido sincero consigo mismo. Aturdido por su pensamiento cayó en un profundo y extraño sueño.


Del cual jamás quiso despertar ya que le suponía más cómodo estar sumido en ese sueño a pesar de los esfuerzos de su trabajo, de su pasión por vivir se dejó, se abandonó a su suerte él siempre pensó que el universo le pudiera regalar algo por lo que luchar. 




El Universo es un ser extraño. Siempre pensamos que está fuera de nosotros.

Sin embargo, la Humanidad y toda la Naturaleza se compone del polvo que se produce en la explosión de las grandes estrellas.

Por lo que sus planes estaban unidos al Universo.


Unidos en el universo sí, pero separados por sus pensamientos, son como él Yin y Yang, él está loco por sus besos, por el roce de su piel, por sentir el calor de sus labios y sus pasiones, ella demasiado segura de sí misma con un increíble estatus de su ser. 


Sin embargo, por increíble que parezca, ella aparentaba seguridad, pero en el fondo de su alma odiaba cuanto la rodeaba; por eso una noche apareció el sol y le hizo una proposición que sería incapaz de rechazar, a pesar de que su corazón se negara. 


Esa proposición, fue la oportunidad para abrir su corazón de una vez por todas, tiene que olvidarse de amar a la luz del sol, debe abrir sus brazos nada más ponerse el sol y separarse a la luz del alba, en caso de negación, se convierte en piedra, hasta... 

El alba siguió contemplando a su amado, él entendía totalmente su promesa, hasta el sol lloraba al ver que era un amor real y verdadero, se maldijo, se ocultó a llorar, hasta las nubes maldicieron al sol y si no podía romper el maldito hechizo ellas mismas. 

El cielo lloró su decisión. Cómo podría entonces amar entre penumbra y olvidar al alba sin sentirse incompleta. Aceptó sabiendo que sería incapaz de cumplir su promesa. Caminó por tierras inhóspitas, bebió agua del manantial del olvido, pero cuando llegó... 




Se vio, pero no se reconoció, hasta que alguien dijo su nombre; sudaba intensamente, hacía calor, sus ojos habían perdido vida, estaba aterrado. 

Alguien decía algo, no entendía, ¿qué pasaba?. Vio la barca. La voz atronadora le preguntó, ¿Traes las monedas?


Ella sonrojada contestó que si. Pero el Caronte un anciano flaco, gruñón, de ropajes oscuros y con antifaz, no estaba satisfecho con su respuesta pues desconfiaba de todos los intentaban cruzar el río.

— Sí no tienes tres óbolos nunca cruzarás —advirtió.






 

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