JUEVEANDO CON: "CINCO AÑOS NO SON NADA" I
Propuesta de Tracy anfitriona de la convocatoria juevera:
Consiste en retroceder hasta la entrada que hicimos en nuestro primer Jueveando de Julio del 2020, que estábamos recién salidos de la pandemia y copiéis el enlace de la entrada que cada cual, hizo ese día y piense en cómo hubiera hecho esa entrada hoy en el 2025.
Quien ese día no editara entrada que haga lo propio con la que quede más cercana a ese primer Jueveando de Julio del 2020.
Aquí el enlace de mi entrada.
Y aquí como la he escrito hoy...
Tenía ocho años cuando el mundo se detuvo. La pandemia había cerrado escuelas, plazas, tiendas… todo. Pero mi cabeza seguía llena de ideas. Me la pasaba inventando juegos con lo que tenía a mano: muñecos, sábanas, cajas vacías. A veces representaba obras frente al celular, grabando videos para mandarle a mis amigas.
Ese martes de noviembre amaneció extraño. Hacía calor, aunque era otoño. Mamá me preparó el desayuno y me senté frente a la notebook para la clase virtual. Pero apenas conecté, el mensaje apareció: Clases suspendidas por amenaza de bomba en el servidor. Un ataque raro, dijeron.
Llamé a Lely y a Vicky por videollamada. Nos miramos entre risas y asombro. Decidimos hacer algo distinto. Después del almuerzo, cada una salió a su vereda, manteniendo la distancia. Vivíamos en la misma cuadra, así que podíamos vernos desde lejos.
Llevamos cuerdas de saltar y empezamos a cantar al unísono:
“Don Melitón tenía tres gatos…”
Saltábamos sin parar, cada una en su baldosa, como si el mundo no estuviera patas arriba. Lely se quejaba, como siempre, de que yo tenía ventaja por ser más liviana. Vicky, incluso con barbijo, seguía saltando como una gacela.
De pronto, se escucharon sirenas. Una ambulancia pasó rápido, y todas corrimos adentro sin decir nada. El miedo todavía estaba en el aire.
[Más tarde supimos que no era nada grave.]
A la tarde, después de la merienda, volvimos a salir. Esta vez, con nuestros álbumes de figuritas. No podíamos intercambiar, pero las mostrábamos de lejos, como si fueran trofeos. Yo tenía unas con angelitos que me encantaban.
Jugábamos “a picar” en la vereda, cada una con sus cromos. Cantábamos bajito, como si con eso todo pudiera volver a ser normal:
“Pica, que pica, con fuerza y destreza…”
El cielo se volvió dorado. Hora de volver adentro. Nos saludamos con las manos alzadas.
Ahora después de esos días raros, la infancia quedó anclada, allí resistiendo, tras sobrevivir al encierro como solo los niños saben hacerlo y los adultos mantenerlo en el recuerdo.
Olá, querida amiga Nuria!
ResponderEliminarVocê deu uma nova vertente à infância do tempo normal e do tempo pandêmico. Ficou muito bom!
"El cielo se volvió dorado."
Oxalá nunca vivamos novas pandemias!
Tenha um julho abençoado!
Beijinhos fraternos
Has enlazado perfectamente del etapas en la vida que la mayoría hemos vivido, sobre todo y desgraciadamente la última, pero es aleccionador que con el denominador común de los juegos , los niños hacían que las circunstancias no estuvieran tan teñidas de oscuridad como eran en realidad.
ResponderEliminarTe felicito y agradezco tu participación encendiendo la mecha de esperanza que todos necesitamos cuando surge alguna tragedia como aquella.
Un besazo.