Autora Irene Solá
Editorial Editorial Anagrama
Fecha de publicación 23 noviembre 2022
Edición N.º 1
Idioma Español
Longitud de impresión 200 páginas
Peso del producto 272 g
Sinopsis
Primero llegan la tormenta y el rayo y la muerte de Domènec, el campesino poeta. Luego, Dolceta, que no puede parar de reír mientras cuenta las historias de las cuatro mujeres a las que colgaron por brujas. Sió, que tiene que criar sola a Mia e Hilari ahí arriba en Matavaques. Y las trompetas de los muertos, que, con su sombrero negro y apetitoso, anuncian la inmutabilidad del ciclo de la vida.
Canto yo y la montaña baila es una novela en la que toman la palabra mujeres y hombres, fantasmas y mujeres de agua, nubes y setas, perros y corzos que habitan entre Camprodon y Prats de Molló, en los Pirineos. Una zona de alta montaña y de frontera que, más allá de la leyenda, conserva la memoria de siglos de lucha por la supervivencia, de persecuciones guiadas por la ignorancia y el fanatismo, de guerras fratricidas, pero que encarna también una belleza a la que no le hacen falta muchos adjetivos. Un terreno fértil para liberar la imaginación y el pensamiento, las ganas de hablar y de contar historias. Un lugar, quizás, para empezar de nuevo y encontrar cierta redención.
Opinión
Al leer, Canto yo y la montaña baila, todo un mundo de emociones despertó, recordé algo que siempre supe, pero que había olvidado: que el paisaje también habla, y que todo —personas, animales, plantas, fantasmas, tormentas— guardan una historia que merece ser escuchada. La autora no escribe como quien observa desde fuera, sino de una forma intensa como quien vive dentro del propio latido de la montaña.
Más que una novela, para mí ha sido una conversación con diferentes voces, donde cada capítulo es como abrir una ventana distinta del mismo lugar. Lo cotidiano y lo mágico se entrelazan sin costura, como si en los Pirineos lo real y lo legendario fueran parte de la misma respiración.
Me encantó esta frase que resume cómo me sentido con su lectura:
“Canto yo y la montaña baila.”
Emocionada recomiendo la novela, que llegó a mis manos a través de una amiga, porque no es solo leer una historia: es dejarse envolver por un lugar, sentirlo vivir y hablar. Irene Solà consigue que cada voz —humana, animal o de la propia montaña— tenga su espacio y su fuerza, y eso hace que sea una experiencia casi sensorial, mezclando lo cotidiano con lo mágico de manera natural, invitando a reflexionar sobre la memoria, la familia y nuestra conexión con la naturaleza. Es perfecto para quienes disfrutan de la literatura poética, los relatos coral y las historias que se sienten más que se leen.
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