Siento el peso de la maleta, pero es más ligero que el de mis dudas. No sé dónde va este tren, ni me importa. Me han dicho que a veces hay que perderse para encontrarse, y hoy decido hacerlo. El silbido anuncia la partida y, mientras subo, dejo atrás todas las preguntas. Solo me llevo el vacío de lo incierto, esperando que me llene en el camino.
El vagón está medio vacío, pero en cada asiento veo reflejos de historias que aún no conozco. Me acomodo junto a la ventana, viendo cómo el paisaje borroso se va disolviendo en mis pensamientos. El traqueteo del tren me arrulla, como si quisiera persuadirme de que este viaje es más que una simple huida. Los rostros de los demás pasajeros son un misterio, y me pregunto si ellos también están escapando de algo. Afuera, las luces de las estaciones parpadean como recuerdos lejanos, pero sigo adelante. No hay marcha atrás, y, por primera vez, eso no me asusta.
Otro gran reto superado con creces.
ResponderEliminarSigo sin poder verte en mi lista de lecturas, en fin es un misterio sin resolver, pero bueno, ya te busco.
Entrado porque me acaba de venir un flash, o como se diga, creo que es tu cumple o poco te falta, si no me falla la memoria, creo haberte leído en un blog amigo en común que era para estas fechas, si no es asi, es igual ya te felicito ajja. Un beso, Nuria, y muy feliz cumpleaños.