En el reino de Mordaz para el Tintero de Oro

Este mes David Rubio desde su blog

El Tintero de Oro  y M.A. Álvarez nos proponen un reto para homenajear a Giambattista Basile y su Pentamerón.

Escribir un cuento de hadas ambientado en la época medieval o en el Barroco, con un personaje protagonista que debe resolver un difícil obstáculo o situación (en la que se mete el propio personaje o es conducido hasta ella por la mala intención de un antagonista) y todo ello con una ambientación fantástica y grotesca. 

No olvidéis la moraleja, que debe ir al final del relato expresada en una línea. 

BASES DE PARTICIPACIÓN DEL CONCURSO DE RELATOS:

Tema: Escribir un cuento de hadas, con ambientación medieval o barroca y grotesca, cuyo/a protagonista deba enfrentarse a una situación difícil y desemboque toda la trama en una moraleja final.

Extensión: Máximo 900 palabras.

Plazo: Del 1 al 15 de abril de 2023.

Este es mi participación, cuyo cuento he adaptado. 

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Era se una vez en las tierras del reino de Mordaz, apareció un dragón místico que amenazaba con destruirlo. Un valiente caballero clavó su lanza en el corazón del dragón, pero no se convirtió en héroe porque el dragón era de sangre azul. Morna, una malvada bruja que tiempo atrás se había encaprichado con el joven príncipe, le había echado un maleficio al rechazar su amor y lo convirtió en un temible dragón.

El dragón huyó hasta su refugio. Allí lloró su desdicha convencido de qué jamás volvería a ser quien era. No obstante la princesa Iris, enamorada del príncipe, en compañía del Hada Fela, viajó por tierras yermas hasta la montaña de nieve donde residía la gran hechicera blanca: Palena. Iris suplicó a la hechicera su ayuda para salvar a su amado del hechizo. Esta le dijo:

—Deberás viajar durante dos lunas hasta llegar al jardín de la estrella. Allí verás flores preciosas, cada una más bella que la otra; deberás coger la más fea, aunque Griseo, el guardián del jardín intentará que no lo consigas. Solo si tu corazón es puro podrás coger la flor, después debes entregársela al dragón y este aceptarla para anular el hechizo, sin embargo, si él la rechaza, ambos moriréis.

—Debes marchar —avisó Palena.— Muy pronto el acceso a mi morada se cerrará. 

Se apresuraron a salir de la montaña. Pronto llegaron al lugar donde el jardín resplandecía rodeado de estrellas en flor color violeta. Parecía un rincón del mundo celestial perdido entre las nubes. Los pétalos de las flores eran de diferentes tamaños colores y formas, sus tallos frondosos, incluso algunos de un azul cielo deslumbrante. Se acercó a las flores, pero Griseo se lo impidió:

—Debes ser muy cauta al seleccionar la flor que buscas. Te recomiendo las de pétalos dorados que son preciosos jazmines. Solo yo sé que flores se pueden coger.

Iris recordó las palabras de la hechicera. Caviló durante unos instantes tras los cuales respondió:

—Es usted muy amable, no obstante, yo misma elegiré.

Iris se acercó al jardín, la diversidad de colores llegaba a ser una quimera. Doradas, plateadas, en color ocre y hasta en negrofusia con pétalos alargados que parecían alzar sus brazos al sol. Observó con detenimiento todas las flores hasta percatarse que en un rincón apenas visible, se encontraba una flor con apariencia de necesitar agua cuyas hojas descoloridas le hacían ser la más fea de todas; su color gris negruzco provocaba un destello oscuro, casi tenebroso, como si estuviese a punto de perder sus pétalos. Griseo al darse cuenta de que su mirada se había fijado en en ella gritó en tono amenazante:

—No, esa no. Morirás si la tocas. Te maldeciré. 

El hada entonces giró su varita mágica y hizo que Grisáceo quedara suspendido en el aire sin poder moverse. 

Iris de inmediato arrancó la flor con cuidado. De pronto sus pétalos se cubrieron de un violeta dorado y su tallo de un luminoso color celeste nácar. Era la flor más hermosa que jamás había contemplado.

Se dirigió presurosa hacia la cueva donde su amado se ocultaba, mientras Griseo la maldecía. 

—Morirás, maldita, morirás. 

Ella continuó sin mirar atrás y después de varias lunas llegó a la guarida del dragón, entonces se despidió del hada: —esto tengo que hacerlo sola— dijo. El dragón apenas levantó la mirada cuando entró en la cueva. Iris se acercó, y le ofreció la flor. Él la miró y siguió ignorándola. 

—No puedes rechazarme, confianza en mí, por favor. Acéptala, te lo suplico. 

El dragón la miró con melancolía sin inmutarse. Iris desesperada empezó a llorar suplicándole. 

—Por favor, no pierdas la esperanza de que estemos juntos.

Alargó el brazo y le ofreció de nuevo la flor con el rostro lleno de tristeza. 

El dragón miró la flor, olió sus pétalos y giró la cabeza hacia otro lado. Iris en ese instante se derrumbó, no podía respirar, se derrumbó sobre la tierra sintiendo como la vida se le iba. Y fue justo en ese momento cuando el enorme dragón alargó una de sus patas y cogió la flor. De repente, un círculo de luces se iluminó y le rodeó una extraña aureola de destellos mágicos. Al cabo de unos segundos las luces desaparecieron y el príncipe recuperó su forma. 

Se abrazaron se unieron para siempre desterrando a la malvada bruja del reino. Dentro del castillo levantaron una estatua de dragón y en el bosque que rodeaba el castillo, junto al río, plantaron un sauce cuyas hojas caían como símbolo de libertad; a los pies del árbol, crecieron flores de un color violeta, dorado, que serían custodiadas por las hadas del bosque. 

La moraleja es:

"Nunca pierdas la esperanza, ni dejes de luchar para conseguir tus objetivos" 

800 palabras