PROPUESTA JUEVERA PARA ESTA SEMANA. Desde el blog de Mónica las INDICACIONES son muy específicas y obligatorias: deben aparecer dentro del relato, destacando gráficamente su inclusión (negritas, mayúscula, color, etc)
1: UN LUGAR debe aludirse en algún momento de la narrativa a un rincón sin luz
2: TRES VERBOS durante el relato (con flexibilidad de tiempo y conjugación) deben aparecer
las siguientes acciones: Titilar, predicar, perseguir
3: UNA METÁFORA (de libre elección)
4: FRASE FINAL a modo de cierre de la historia, deberá incluirse “…y no supo qué contestar”
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En el Nepal, en la cima de la quinta montaña, esta situado el Monasterio de los Lumínicos. Un lugar donde el tiempo parece detenerse, y los muros susurran siglos de historia. El viento, al anochecer, hace titilar la luz de las velas a lo largo de los pasillos de piedra, sobre las paredes frías y mohosas. El padre Ganesh; el copista, de mayor edad, dedica sus días a la labor de predicar la palabra sagrada a los más jóvenes. El scriptorium es una gran sala con sillas de madera y mesas de escritura inclinadas hacia arriba para sostener las páginas donde los monjes transcriben los antiguos manuscritos, papiros, y vitelas a los libros sagrados del concilio. Para los monjes la voz del padre Ganesh, es como un bálsamo durante sus reuniones, como una brújula en la luz de la ignorancia. Cada mañana, el coro de los monjes resuena en el gran salón, llenando de eco los rincones del monasterio.
Entre los aprendices se encuentra Rama, un joven de corazón noble pero atormentado por dudas internas. La quietud del lugar es un calvario, que lo hace sentirse prisionero en una jaula de silencio. Obligado por su padre, extremadamente católico, ingresó en el monasterio contra su voluntad. Una noche, incapaz de dormir, mientras caminaba por los pasillos, vio el reflejo de una luz al otro lado del patio. Extrañado, la siguió hasta la capilla; allí vio cómo el padre Ganesh desaparecía tras el altar. Intrigado, se acercó y encontró la entrada a una cripta. Bajó las escaleras. El olor a humedad era tan fuerte que casi le hace vomitar. Pensó que tal vez perseguir al anciano no había sido buena idea. Una puerta abierta dejaba ver una tenue luz que se colaba entre las paredes del pequeño habitáculo. El padre Ganesh se sorprendió al verlo.
«¿Qué haces aquí?», preguntó, con voz molesta.
«Perdóneme, padre, no podía dormir, vi la luz y le seguí.» «¿Pero qué está haciendo?».
«Soy el guardián de las letras ocultas, las que nadie debe leer», respondió el anciano. Su voz era casi un susurro.
«Aquí, en este lugar, se encuentran las respuestas que pocos buscan, pero muchos temen». Cerró el manuscrito y lo dejó sobre un pequeño banco en el rincón más oscuro del habitáculo. Tú nunca has estado aquí y jamás debes volver a entrar. Es peligroso. Las fuerzas del mal siempre están alerta.
Rama no respondió. Ni siquiera entendía a qué se refería. El anciano sonrió, como si pudiera leer sus pensamientos.
«Cada uno debe enfrentar sus propias sombras», dijo. «Solo así encontrarás la quietud que llevas dentro porque siempre hallarás luz al final del camino».
El joven cenobita quiso aclarar todo lo que guardaba en su corazón. Pero en ese preciso momento, el padre Ganesh lo miró directamente a los ojos.
«Rama, es hora de volver», dijo con un tono de voz que no admitía réplica.
Las preguntas bullían en su mente, pero ninguna encontró camino hacia los labios. El anciano asintió, como si comprendiera su dilema, y empezó a caminar mientras la llama de la vela parpadeaba como si fuera a extinguirse. Mientras regresaban por los pasillos del monasterio, el padre le puso una mano en el hombro. «A veces, las respuestas llegan cuando menos las esperamos». Rama miró hacia la cripta que dejaban atrás, pensó en el manuscrito, ahora sumido en la penumbra, y no supo qué contestar.
Hola, Nuria, te ha quedado muy bien. Podría ser el comienzo de algo más grande.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
La verdad es que también lo he pensado Merche, un abrazo
EliminarHoy tu relato nos deja con muchas ganas de más, me ha gustado como lo has ido llevando y ese final es muy interesante.
ResponderEliminarAmiga te llevo a mi blog, allí hecho la lista de los participantes, ya que nuestra Anfitriona no puede hacerse cargo por motivos personales.
Un besazo y mil gracias por tus aportes magníficos.
Gracias Campirela, un abrazo
EliminarHola Nuria, es fascinante tu relato, las historias y secretos de monasterios y monjes me fascinan, me quedé con ganas de saber cómo continúa tu cuento, ojalá en algún momento decidas seguirlo, pues los misterios que hay encerrados en esa cripta deben ser muchos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, te mando un abrazo.
PATRICIA F.
Muchas gracias Patricia, lo tengo en cuenta. Un fuerte abrazo
EliminarHola Nuria! Atrapante relato, te deja con ganas de que siga la historia para saber más sobre esos manuescritos jaja Besos por ahí!!!
ResponderEliminarGracias Mari, un abrazo
EliminarHola Nuria, me ha gustado mucho. Relatas muy bien la necesidad de considerar los peligros del conocimiento, especialmente si se trata de cuestiones complicadas... como la magia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Mercedes, lo oscuro siempre da juego. Un abrazo
EliminarLas crisis de fe son todo un dilema, sobretodo sin somos empujados a predicarlas y no sale la vocación de nosotros mismos! La atmósfera está muy bien recreada, casi me he imaginado allí mismo! Je, je! Un abrazote!
ResponderEliminarGracias Marifelita, le alegra haber logrado el efecto adecuado. Un abrazo
EliminarLos monasterios y los monjes siempre atraen con sus historias de manuscritos y pergaminos creando el suspense en todos los lectores.
ResponderEliminarTú también lo has conseguido.
Besos.
Gracias Tracy, un abrazo
EliminarEstupendo relato... no se cómo Rama aguantó sin leer nada, o sin volver... ¿o sí lo hizo? Nos dejas con la mente en ebullición como Rama
ResponderEliminarBss ;)
Jajajaja, ya veré la continuación Silvia, un abrazo
EliminarLos manuscritos son siempre un atrapa la atención, muy buena historia, un gusto leerla, abrazo grande Themis
ResponderEliminarGracias Themis, un abrazo
EliminarLos monjes, gran laberinto de la espiritualidad... nadie sabe, nadie debe saber... y así sembraron la duda guardando el poder.
ResponderEliminarPero hay monjes y monjes, quizás este en mi reflexión.
Pero la impaciencia crece, y aunque persigamos la verdad.
Porque la postura del monje ermitaño, consiste en llevar el miedo y la inmovilidad a sus sentimientos, a su cuerpo, como si sentir fuera extraño, persiguiendo lo mundano.
Hola Gustab, los monjes, la inquisición se vieron mezclados en asuntos turbios, aunque en algunos casos como éste el monje está protegiendo a la humanidad. Un abrazo
EliminarFue como ver una pelicula...que narración tan perfecta....Creo que a veces saber mucho no es bueno...bsss
ResponderEliminarCierto Diva, en ocasiones la sabiduría es peligrosa. Un abrazo
EliminarEl protagonista necesita encontrar la paz interior y según un dicho budista: La paz viene de adentro, no la busques afuera. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es Federico, gracias y un abrazo
EliminarQué pena que Rama estuviera allí obligado por su padre. Me ha enganchado la historia que has relatado, muy buena.
ResponderEliminarBesos.
Gracias María, aunque la historia puede dar un giro inesperado. Un fuerte abrazo
EliminarTe ha quedado muy logrado el relato a partir de las condiciones impuestas, Nuria.
ResponderEliminarEsa mezcla entre la sabiduría que se encuentra en el manuscrito de las letras ocultas y la curiosidad del joven cenobita por hallar respuestas muestra todo el mundo que se esconde en el monasterio.
Un fuerte abrazo :-)
Gracias Miguelángel, abrazos
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