Todo puede cambiar en un instante

 

Esta semana en la Convocatoria Juevera Mónica desde su blog Neogeminis nos propone crear un texto de no más de 350 palabras sobre: 👇

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Aquí mi participación:

En una habitación mísera y mugrienta cuyo camastro descansaba en un rincón, la decadencia era un reflejo de su alma. Cada mancha en la pared representaba un error del pasado y cada telaraña un recuerdo olvidado. Cada noche, miraba el cielo estrellado, cerraba los ojos y soñaba con el calor de una chimenea.

Al amanecer, con dificultad, se levantó y salió por las calles a mendigar como cada día en los dos últimos años. Al girar por una maltrecha callejuela, vio algo sobre la calzada; un libro que alguien había dejado abandonado o perdido. Sin dudarlo, lo recogió y se lo llevó a su deprimente habitación. Se sentó sobre las sábanas deshilachadas y frías del camastro y con manos temblorosas por el frío, abrió el libro. Llevaba tanto tiempo en aquel rincón mugriento que sintió que aquel libro era un regalo del universo; nada más empezar su leer, todo empezó a cambiar. El camastro, tenía un colchón mullido. Las cortinas lucían un precioso color rojo. Incluso sobre la mesa había un frutero lleno de fruta. El libro cuyo título era "Sorpréndete" había cumplido su cometido. Fascinado, sin esperarlo, se quedó profundamente dormido. Al despertar no recordaba nada. Pero en cuanto puso el pie en el suelo empezó a recordar. Sus huesos no se quejaban. Las sábanas limpias eran de un algodón tan suave como el melocotón. Su armario estaba lleno de ropa limpia y perfumada. En aquel instante una señora entró en su habitación. 

—¡Pero bueno, aún no se ha vestido! El desayuno está caliente y llega tarde a clase.

—Pero yo...—logró balbucear.

—Pues sí que se golpeó fuerte señor Ernesto. 

¿Ernesto? Sí, así se llamaba, ahora lo recordaba todo. Tras la crisis, perdió su trabajo como profesor de literatura y su casa. Y se trasladó a esa mísera habitación con lo poco que le quedaba. Pero entonces... ¡El libro, ha sido el libro! Gritó.

—Cómo dice, ¿qué libro?, ¿está usted bien?

—Como nunca—respondió.

Cogió el libro con mucho cuidado, lo guardo en su maletín y jamás se desprendió de él hasta su muerte.