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viernes, 20 de octubre de 2023

Como una rosa marchita

 



Esta es mi participación al reto de los Viernes Creativos que el Bic naranja, organiza cada viernes desde su blog  Escribe Fino


Viernes creativos: Fractales 

En una pintoresca mansión se ocultaba la historia de una joven de delicada tez llamada Cecilia. Sus ojos color avellana transmitían la complejidad de sus emociones a través su mirada, y solo las rosas conocían su exquisito perfume por sus pétalos, como un recordatorio constante de su feminidad y elegancia. Aquellas rosas, con su enigmática melodía, eran firmes guardianas de su alma, testigos silenciosos de sus sueños y anhelos. Cada mañana, una docena de estas exquisitas flores llegaban a su alcoba, envueltas en lazos de seda y cubiertas con una fina capa de rocío, envolvían su cuerpo como un fino tapiz en todo su esplendor. Ella, cautiva de su belleza, era como si las rosas fueran el espejo de sus más íntimos sentimientos, sentía que sus pétalos revelaban sus alegrías y desdichas, su fragilidad y fortaleza. Al contemplarlas, podía percibir el susurro de historias ancestrales y pasiones ocultas.

Cecilia, en las noches solitarias, se sentaba junto a la ventana, permitiendo que el suave reflejo de la luna bañara su figura. Y al Mirar el jardín tras la vidriera, tenía la sensación de que las rosas extendían sus espinas hacia los confines del mundo, abriéndose paso a través de las sombras más oscuras. A veces, cuando estas comenzaban a marchitarse, se sentía abatida. Sus dedos acariciaban los pétalos marchitos, tratando de retener un fugaz instante de eternidad. Sin embargo, pronto aprendió a aceptar la naturaleza efímera de su vida y a encontrar en ella una profunda trascendencia. Pues, como las rosas, sentía que tenía el poder de renacer y desplegar sus alas hacia nuevos horizontes. Cecilia sabía que su historia, al igual que la de las olorosas flores, tenía un comienzo y un final incierto. Entre suspiros entretejidos y susurros atrapados en la fragancia de cada pétalo, descubría un mundo donde las rosas no solamente eran parte de su existencia, sino que eran como símbolos de su propia vida. 

Sabía que mientras las flores perduraran, su espíritu vagaría por los jardines de la eternidad, floreciendo en cada rincón lleno de vida. Pero una mañana las rosas se marchitaron y no volvieron a florecer. Cecilia, sumida en la tristeza, supo que su destino estaba unido a sus raíces y al igual que las rosas, su piel blanca, y su delicada belleza se marchitaría. Dicen que su espíritu desapareció entre las flores del jardín para unirse a sus raíces y permanecer para siempre en los alrededores de la mansión, donde cada primavera, el viento, arrastra el susurro atrapado del llanto lastimoso de una mujer.

16 comentarios:

  1. Un relato muy poético. Me gustó! Un abrazo!
    lady_p

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  2. Hola Nuria, muy bonito, su espíritu desapareció entre las flores del jardín para unirse a sus raíces, muy bonito y poético.
    Un abrazo. :)

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  3. ¡Que bonito! Me ha encantado.
    Un abrazo,
    Flossy

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  4. ¡Qué dulzura! Bello, poético, evocador, invita a soñar. Precioso Nuria, vuelvo a hablar de tu calidad de escritora. Un abrazo!

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    1. Gracias Maty por tus palabras, intento mejorar en cada nuevo texto, un fuerte abrazo

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  5. ¿Qué mujer no anhela ser rosa al menos una vez en su vida?

    Saludos,
    J.

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    1. Eso digo yo José, siempre hay algún momento de tu vida en la que quisieras ser una hermosa rosa. Gracias por tu visita. Un abrazo

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  6. Un relato muy bonito. Como dice la canción de Mecano:
    Quise cortar la flor
    Mas tierna del rosal
    Pensando que de amor
    No me podría pinchar...

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  7. Escribes haciendo que el lector sienta cosas. Tu escrito es evocador, inspirador y lleno de sensibilidad poética. Gracias por compartir la palabra escrita con tanta intensidad.

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    1. Gracias Marcos, me alegro de poder transmitir todas esas emociones, un fuerte abrazo

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  8. Un relato cargado de poesía y sensibilidad, Nuria.
    Un fuerte abrazo :-)

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