Aluciné con la conversación que dos hombres voz en alto tenían a causa de un antiguo libro ortodoxo el cual ambos pretendían adquirir. La pertinaz audacia del anticuario que hablaba varios idiomas cortó en seco las voces. Ambos se miraron con el rostro compungido. Deduje que el sistema del anticuario era poner fin al problema sin vender aquella reliquia. De pronto el cielo le lanzó una mano en la discordia; cayó tal chaparrón que tuvimos que abandonar el mercado de antigüedades.
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