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viernes, 10 de junio de 2022

Aquella extraña llave





Y me pregunto dónde está la llave que para el tiempo. Ese maldito reloj que no cesa en su empeño. Y me lo pregunto porque allá en el cerro, donde la llanura se funde en el horizonte inquieto; encontré una curiosa llave. No era ni de latón, ni de hierro, tampoco de cobre, ni oro, ni plata. Pero su curiosa forma en una especie de T, hizo que investigara. 

Me llevó hasta un herrero del pueblo, dijo qué nunca había visto llave igual, que incluso el material no era capaz de definirlo, ni identificarlo. Sin embargo, me comentó que un bisabuelo de él, tenía un gran reloj en el desván de su casa. Qué el hombre se pasaba las horas allí y cuando salía al anochecer comentaba que lograría para el tiempo. 

Le dieron por loco y terminó recluido. No sabe qué fue del reloj. No obstante, me convencí de que quizás aquella llave era la clave. Así que sin persarlo inicié mi camino en busca del viejo reloj.






En un oscuro callejón encontré una llave dorada, al principio llegué a creer que era de oro, pero nada más lejos de la realidad. Era de latón. Sin embargo, por algo que no sabría explicar la guardé en mi bolsillo. Continué mi camino de regreso a casa. Estaba cansado así que me dejé caer sobre el sofá y al rato el sopor hizo que me durmiera. No sé cuánto dormí. Un duende dorado me despertó;

— Dame la llave —dijo enfadado— no te pertenece.

Ni siquiera recordaba aquella llave. Metí la mano en el bolsillo y la cogí. El duende la arrancó prácticamente de mi mano y salió huyendo. Estoy seguro que no es culpa del alcohol habia tomado. Ni fruto de mi imaginación. No obstante, la pequeña herida en la palma de mi mano, es lo único que me avisa de que aún estoy cuerdo.

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