Tus labios tímidos

 

No plantes rosas en mi maceta, ni sombras en el sol,

rocía mis hojas con gotas de plata, y cubre mis pétalos con oro y cobre, 

pero no dejes que el tiempo los marchite,

ten paciencia en vida y muerte. 

La sonrisa de tus besos, está en la cima del cielo, cerca de mis sueños, cada vez más enterrados. 

Y el reloj queda anclado en la memoria del recuerdo, 

un reloj que no marca las horas; como un único péndulo sin relato ni tesón.

¡Me siento como el último rizo de una ola que se acerca a la orilla!

Por qué no reconozco la dicha de la desdicha,

y pienso y creo, que todo lo hecho se blinda en el corazón

que rompe la razón en mis horas yermas.

Cómo no ser palabra, o verbo, y forzar la rima 

en algún momento; si pierdo el horizonte errante, 

que se evapora en un instante.

Nada gira como veleta al viento, ni navega con el velero, 

que no llega a ningún puerto, mientras sin más, avanzo con el desaliento.

Camina en esta vida el desconcierto, que cubre la arena del desierto.

Es como el whisky en tu garganta, que la atraviesa y reseca,

pero en tus labios tímidos, late con fuerza e intensidad.

Por qué entonces el tañir de las campanas,

se evapora en el más allá, asaltando mis oídos en un duelo sin final.