Algunos días pienso;
¡Cómo trenzó su proeza el poeta!
Quizás fuera con su sencilla modestia.
Al abrir su mano y poner rumbo a la mente,
donde el eterno viento ondea su bandera
cuál cortejo de párpados y estrellas.
Qué mis versos sean el ápice de mi condena,
Donde el poema llora por sus cadenas...
Eslabón baldío que atraviesa el juego impío del amor.
Siento que el alma duele y se desgarra sangrando
con la flor ceñida que el olvido,
encierra,
como el polvo trémulo, que ahonda en el corazón si no hay amor.
La proeza del poeta consiste en poner nombre a cosas que no lo tenían todavía.
ResponderEliminarBesitos 😘
Gracias Ratonet por tu visita, un gran abrazo
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