"Ser o no ser, esa es la cuestión"
Esta frase representa el soliloquio o monólogo de Hamlet, la pregunta esencial de la experiencia humana, atribulada frente a las tensiones que se producen entre la voluntad y la realidad, de tal manera que la vida y muerte se convierten en opciones a considerar.
Ser, o no ser, esa es la cuestión más complicada en la que una mente trastornada puede divagar...
La lucha entre la vida y la muerte. Una batalla interior. Una inquietud desgarradora sobre la muerte incierta y la vida que agoniza entre su inquieto espíritu y sus letras.
¿Cuándo la más digna acción del ánimo, hace sufrir los tiros del infortunio, en un torrente de calamidades?
Morir no es dormir. ¡Qué atrevida resistencia! Cómo un sueño, las aflicciones se acaban y el dolor inocuo perece.
Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y aquí el gran obstáculo, al que en los sueños puede ocurrir el silencio del sepulcro, si nos abandonados en este despojo moral, que es la razón, la cordura poderosa. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga.
¿Quién, si esto no fuese, aguantaría las tropelías que recibe el mérito de los hombres más indignos, y las angustias de un mal llamado amor?
Las injurias y quebrantos de la violencia de los tiranos, desprecio de los soberbios. Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud.
¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando bajo el peso de una vida molesta?
Si no fuese por el temor de pensar que existe alguna cosa más allá de la Muerte y nos hace a todos cobardes, en la tintura del valor que debilita la prudencia.
Y por esta consideración mudan el camino, que ejecutan y reducen los designios vanos.
Pero... Si Hamlet: en el III acto. Tuvo tantas dudas, llegó a cavilar sobre el porqué de tanto pesar; quién alguna vez no se ha sentido atraído por tan dura contradicción y ha soportado los vaivenes de la vida sin tanta algarabía. Escomo el síndrome del alma inconclusa, cuya razón de ser es su propia réplica.
Y aún y así, me pregunto cómo pudo soportar tanto quebranto. Morir, dormir, no despertar y poder decir basta, se terminó...
Cómo revelarse ante la sombra impía de la amargura, el desdén. ¡Qué hostil la vida y qué áspero y mezquino el desamor! Cargando todo el dolor sobre la lóbrega tumba que aguarda en un rincón y perturba los sueños y la conciencia.
¿Por qué tanto dolor, tanta angustia?
Qué pálido el pensamiento y qué extraño el rumbo del destino que alimenta el rencor y te obliga a reflexionar si vale la pena vivir, o tal vez morir no es tan malo como cuentan...
... Espero tardar mucho tiempo en averiguarlo.
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