Después de una catástrofe mundial, la Tierra está desolada. Según todos los indicios, eres la última persona viva en el mundo. Estás encerrado en tu casa, dentro de tu habitación, cansado de vagar solo por parajes desiertos, pensando con desesperanza en tu futuro. En ese momento, unos golpes llaman a la puerta…
Al abrir no da crédito, unos hombres con lo que parece ser una escafandra le hacen señales para que les siga.
—Pero quienes sois—pregunta una y otra vez sin obtener respuesta.
Entran en lo que parece un camión nevera. Él duda, pero les sigue intrigado al comprender que no es la única persona del mundo. Le colocan un traje que parece de buzo. No recuerda cuánto duró su viaje, pero después de un largo e inquieto viaje de pronto estaba entrando en un barco submarino.
—¿Quiénes sois, donde vamos? ¿Cómo sabíais que estaba solo en casa?
—Cálmese. Lo vemos todo y lo sabemos todo. Somos una generación avanzada y solo queremos darle la oportunidad de iniciar una nueva vida en otro mundo.
—Qué, está loco. No, no quiero irme a otro mundo. Habrá más gente como yo.
—No hay nadie más.
Sé quitó el traje y les obligó a que le dejasen marchar.
Tardó mucho en volver a su hogar, atravesando barrios devastados sin que ni una sola persona apareciese. Se preguntó si el aire que respiraba sería sano para él. Pero se dijo que no importaba solo quería intentar encontrar a gente que se hubiese salvado y no pararía hasta que le quedase el último aliento.
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