Cómo no iba a estar el dinosaurio hasta las narices, si llevaba horas esperando para darse un baño. Raúl se olvidó de él por completo y se fue a cenar con los colegas. Cuando regresó se escontró el sofá y el colchón destrozados y el dinasaurio durmiendo en el suelo del salón.
Llegué tarde del trabajo. Cansada y deseando darme una buena ducha. Cuando fui al baño y vi el enorme dinosaurio, temblé de miedo. No podía moverme, el pánico me paralizaba. El dinosaurio dio tal rugido que me bañó entera. ¡Qué asco! Despacio, andando hacia atrás, hui de casa.
Me levanté temprano. Fui a darme una ducha refrescante. Al entrar al baño, mi dinosaurio con el que jugaba mientras me bañaba, se hizo enorme. Grité. Mamá acudió rápido. Gritó. Papa corrió a ver que sucedía. No pudo gritar. Se nos zampó de desayuno. #microcuento
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