"Esta vez la idea es narrar historias cuyo rol protagónico esté llevado por algún personaje ubicado fuera de su contexto natural o previsible, intentando sorprender al lector con alguna situación impensada y contrastable con lo que en principio podría esperarse de él o ella. Con temática, forma y estilo libre, cada participante deberá armar alguna trama en que se respete esa premisa intentando no superar las 350 palabras."
En medio del bullicio de un mercado callejero en Ciudad de México, entre vendedores de tacos y pregoneros de frutas, apareció un caballero medieval con armadura completa. Brillaba bajo el sol como si acabara de salir de una pintura de otro tiempo. La gente lo miraba con mezcla de risa y desconcierto, creyendo que se trataba de algún actor callejero.
Pero el caballero no pedía limosna ni se tomaba fotos. Con solemnidad, sacó de su cinturón un pergamino y, en perfecto castellano, comenzó a declamar:
—Busco al dragón que asola estas tierras.
El carnicero del puesto vecino, entre carcajadas, le señaló un letrero luminoso: “Tacos El Dragón”. Sin vacilar, el hombre de la armadura avanzó, desenvainando su espada.
El dueño del local, un señor de bigote canoso, lo recibió incrédulo.
—¿Qué va a llevar, jefe? ¿De pastor o de suadero?
—¡Pastor! —exclamó el caballero, creyendo que era algún tipo de clérigo—. ¡Guíame hasta la bestia!
Cuando le sirvieron tres tacos con piña y salsa, el caballero los observó como si fueran pociones mágicas. Probó uno y, al instante, se le iluminaron los ojos tras la visera. Bajó la espada, suspiró y dijo:
—Jamás imaginé que la victoria sobre un dragón supiera así.
Desde ese día, el caballero se quedó en el barrio. Colgó la armadura en la pared de la taquería y se convirtió en su mesero más entusiasta. Nadie entendía cómo había llegado hasta allí, pero todos admitían lo mismo: nunca un taco fue servido con tanta reverencia como cuando lo hacía aquel extraño caballero del pasado.
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