Verde inmortal

Convocatoria juevera: verde que te quiero verde.

Mónica desde su blog Neogéminis nos hace la siguiente propuesta: 

Evocando (que no emulando) los famosos versos de García Lorca, les invito a escribir, ya sea concreta o simbólicamente sobre este color tan particular. Puede ser utilizando algún objeto verde que aparezca destacado en el relato o reflexionando sobre lo que pueda significarnos sus características estéticas o emotivas, la consigna pretende partir de ese color para narrar historias breves que surjan sin más condicionamientos.

Está es mi participación 

Lina era una joven pintora obsesionada con el color verde. No es el verde de catálogo, sino todos los verdes posibles: el del musgo húmedo, el de los celos, el de la enfermedad, el de la esperanza.

Sus cuadros que pintaba parecían hipnóticos. Siempre había algo verde en ellos, aunque fuera apenas un trazo. Pronto, su nombre empezó a circular entre críticos y galeristas.

Pero fue Él, el cuadro que la convirtió en leyenda. Un paisaje sencillo: un prado infinito bajo un cielo sin nubes. Lo extraño era que el verde del césped cambiaba según quién lo mirase. Para unos era el campo donde jugaron de niños; para otros, la hierba que cubría una tumba, o los campos donde pastaban sus vacas. Todos veían algo distinto.

El verde nunca se agotaba. Jamás envejecía. Y nadie supo cómo Lina logró ese milagro. Hasta que una noche, inexplicablemente desapareció. Al entrar en su estudio solo vieron un silencio estremecedor. El cuadro seguía allí, pero el césped dentro del cuadro se agitaba como si la brisa tuviera vida propia. Había una nueva figura pintada de espaldas, vestida como la pintora.

La policía al hallar indicios terminó por cerrar el caso sin poder darle una explicación. Entonces empezaron las habladurías tras exponer el cuadro en un museo. Un coleccionista juró haber visto a la figura moverse. Otro dijo haber oído susurros al acercarse. Un tercero aseguró que, al mirar el cuadro, sintió raíces crecer bajo sus pies.

El cuadro permanece en una sala sellada del museo más prestigioso de Europa. Donde dos letras avisan a los vivirantes. Prohibido tocar. Prohibido mirar por más de cinco minutos. 

El verde aún brilla, inmortal. Y algunos creen que Lina sigue allí dentro, atrapada entre el verde pasto y las pinceladas, alimentando el color con su alma.