Estás segura madre que el maíz crecerá a pesar de la sequía. El niño hundía los pies descalzos en la tierra cuarteada, mirando con ojos grandes el campo dormido bajo el sol impiadoso. La brisa apenas movía las hojas de los mezquites, y el maíz, sembrado hacía apenas unas semanas, no mostraba señales de vida.
La madre, encorvada por los años y la esperanza, levantó la vista del surco. Tenía la piel curtida como la tierra misma, y los ojos llenos de una gran fortaleza, de esas que no se enseñan, se heredan.
—Sí, hijo —dijo mientras volvía a clavar el azadón—. El maíz crecerá, como ha crecido siempre. Con agua o sin ella.
El niño frunció el ceño. No entendía cómo algo podía brotar de tanta nada. Pero en la voz de su madre había algo más fuerte que las dudas: una certeza que no se discutía.
—Pero no llueve desde hace meses… —insistió.
Ella se detuvo y lo miró, con esa paciencia que solo da la tierra.
—El maíz escucha, hijo. Sabe cuándo se le habla con fe. Nuestros abuelos sembraban aún cuando el cielo callaba. Y cuando menos lo esperábamos, el milagro verde aparecía.
El niño se quedó en silencio, como si tratara de oír también. El viento trajo un olor distinto, como a humedad lejana. Tal vez eran sólo las palabras de su madre haciéndose eco en la tarde.
Días después, bajo el mismo cielo, pequeños brotes verdes rompieron la costra del suelo. El niño los vio y corrió a buscar a su madre.
—¡Tenías razón!
Ella no respondió enseguida. Sonrió, y con la punta del azadón señaló el horizonte.
—El maíz no crece solo con agua, hijo. Crece con quien cree en él.
Es un relato muy dulce y todo trabajo necesita un poco fe de. Te mando un beso.
ResponderEliminarGracias Alexander, un abrazo
EliminarQuizás sea la clave para todo, tener fe y creer en que sucederá.
ResponderEliminarUn besazo!
Tal vez Morella, besitos
EliminarOjala con las personas fuera igual de sencillo.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Ojalá José, ojalá. Saludos
EliminarHola me ha encantado el relato, es hermoso, en el Popol Vuh un libro de la mitologia maya que relta como surgio el mundo, en este libro nos dice que fuimos formados del maíz, pues nuestro cuerpo y huesos están hechos de masa de maíz y como agradecimiento a este gesto, el hombre aprendió a labrar la tierra y darle vida con la siembra del maíz, Saludos
ResponderEliminarGracias Cecy, me alegra que te guste. Un abrazo
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