CONVOCATORIA JUEVERA, CADA JUEVES UN RELATO.
CARNAVAL
Tracy nos hace esta interesante propuesta cuyo tema tiene que estar en el torno al Carnaval, en el sentido más amplio de la palabra, referido a los disfraces, máscara, los antifaces, la vida que es un verdadero carnaval, vivencias, chirigotas, etc... Los relatos puede estar en cualquier formato: prosa, poesía, teatro, comic, dibujos, fotografías y cualquier manifestación artística que se os ocurra.
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—¡Vamos con el tiempo justo! —la voz de la directora suena en la sala.
Con pasos rápidos y nerviosos, la directora iba de un lado a otro. La puerta se abre de golpe, y entra María, con un vestido azul brillante.
—¡María! Tú eres la madrastra, ¿dónde está tu disfraz?
—Ah, no. Yo voy de ratita presumida.
—¿Qué...?
Antes de poder procesar lo que acaba de oír, sus ojos se fijan en Lulú, que ajusta unas orejas largas y peludas en su cabeza.
—¡Lulú!, ¡tú tenías que venir de hermanastra!
—¿Yo? Ni hablar. Seré el conejito Playboy.
La directora se llevó las manos a la cabeza, dando vueltas sobre sí misma.
—No puede ser, no puede ser... —murmura.
En ese momento, Raúl aparece en escena, con un traje de cuero verde.
—Raúl, tú eras el príncipe...
—¿El príncipe? No, no, yo seré el lagarto Juancho.
—¡Ay, señor! ¡Que nadie se leyó el guion! Esto no funciona... ¡No funciona!
Lola, con un disfraz de plumas doradas, entra en escena.
—Lola, tú eres la otra hermanastra. ¿Qué...?
—¡Es aburrido! Yo seré la gallina de los huevos de oro.
—¡¿Cómo?! ¡Madre mía! ¡Madre mía! —balbuceaba—. Esto no es posible. No es...
En ese instante, aparece Laura, vestida con un disfraz de pelo blanco, con cuernos y una barba postiza.
—¡Laura! Tú eres Cenicienta, ¡y vienes de...!
—De cabra. Y mis hermanas están en la puerta porque mamá dice que puede estar el lobo. Que enseñe la patita, y luego la avise.
La directora aprieta los dientes y murmura para sí, yendo de un lado a otro como una fiera enjaulada.
—Locos... ¡Se han vuelto todos locos!
Y justo entonces aparece Tulio.
—¡Tú también! ¡Tenías que disfrazarte del rey!
—¿Yo? ¡UFF!, no me gusta. Seré el lobo.
—¡No, puede ser, no puede ser!
Cuando el caos parecía haber alcanzado su cúspide, aparecen Aladino, el genio de la lámpara, y... Caperucita Roja. Al verlos, la directora da un grito que suena por todo el teatro.
Desde el fondo, alguien con voz en alto dice:
—Ha sido Heidi... que se llevó a Cenicienta a la montaña, y ya no regresó.
—¡Basta! ¿Todo esto que es, una rebelión?
Desde un rincón oscuro, tras los focos, se oye una enérgica voz.
—¡Es carnaval!
La directora se desploma sobre el suelo. Las luces del escenario se apagan. En un instante, se encienden de nuevo. Los actores se alinean en el escenario, y saludan. El público estalla en aplausos. ¡Bravo! ¡Bravo!
Cuando el teatro se vacía, el elenco se felicita mutuamente por el éxito.
—Bueno..., ¡ahora sí! ¡Coged los disfraces y las máscaras, que empieza el carnaval!
Ola!
ResponderEliminarEstou aqui para conhecer
seu blog.
Vou passear nas suas
publicações e depois
voltarei para comentar.
Vou gostar de receber sua
visita no Espelhando.
Bjins de prè carnaval
aqui no Brasil.
CatiahôAlc.
Hola, me alegra verle por mi blog, pasaré a ver el suyo. Espero que sea de su agrado. Un abrazo
EliminarAplauso, muy bien desde luego, un desajuste en toda regla, pero hizo las delicias del público.
ResponderEliminarImagino que el auténtico carnaval vendrá después de la función ajajja.
Un besote, feliz miércoles.
Así es Campirela, después el desmadre carnavalero, un abrazo grande
EliminarUna "fiesta de locos", desde luego; ¡pero es carnaval! Que cada quien luzca su máscara.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué historia tan divertida, me encantó, tan alegre como lo es el carnaval.
ResponderEliminarUn abrazo.
PATRICIA F.