(Foto © propiedad de la fotógrafa Nuria E. S)
Las gaviotas revolotean inquietas junto al viejo muro de concreto, erosionado por los años y el salitre del mar. El atardecer tiñe el cielo de tonos rosados mientras las olas rompen suavemente contra la estructura. La señal en lo alto, solitaria y oxidada, es un testigo mudo del paso del tiempo. Los barcos ya no pasan con tanta frecuencia, y el puerto ha caído en el olvido. Pero las aves siguen ahí, inquebrantables, buscando refugio en lo conocido. Mientras el sol se oculta, una brisa marina arrastra consigo el silencio de aquellos días bulliciosos, ahora perdidos en la memoria.
Bela prosa poética e linda fotografia!
ResponderEliminarBeijo
Preciosa poesía me ha encantado!!
ResponderEliminarLa fotografía muy bonita también, sin duda tus versos siempre dejan huella.