Ginebra Blonde desde su nuevo blog Serendipia para el reto de febrero nos propone escribir sobre:
La resiliencia
Podemos inspirarnos en las imágenes que comparte de Elly LiyanaRuslan. “Ilustradora y diseñadora originaria de Singapur, pero que actualmente vive en Tailandia. Elly mezcla vivencias propias, con recuerdos y anhelos que tiene puestos en el devenir.
Partiendo de la fuente de las reflexiones filosóficas, Elly teje una sinfonía visual que explora los temas del propósito, la libertad y la naturaleza a menudo paradójica de la existencia humana.
"La imagen de arriba es la que he elegido para mí texto".
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Circundada por tallos de hongos y espigas áureas, sentía cómo el viento le musitaba al oído. Cada amanecer, parecía despertar a una contienda interior que solo ella conocía. Su cuerpo, tenue como el de una flor zarandeada por la ventisca, mostraba cicatrices invisibles. La desdicha, la desesperanza y el dolor labraron surcos en su piel, cual emblemas de anhelos que solo revelaban su aflicción, su inquebrantable soledad.
Sin embargo, en cada nuevo amanecer sentía que el trigo, con su callado hálito, la envolvía. Las hojas, al rozar sus manos, le rememoraban que la vida no es mera pugna, sino también mutación. Entre los hongos que se alzaban en su derredor, ella divisaba la tenacidad de la naturaleza, cómo las más minúsculas y en apariencia endebles criaturas se erguían con inaudita potencia.
Sus manos, siempre desasosegadas, empezaron a enredar sus dedos entre los tallos que la acariciaban. No eran meros gestos; era un acto de génesis. Día tras día, hilaba una red inefable entre ella y el valle. El quebranto que antes la consumiera se transmutaba pausadamente en algo distinto, algo que no solo soportaba la carga del sufrimiento, sino que lo trascendía.
Con el transcurso del tiempo, su rostro, antes lacerado por la congoja, comenzó a reflejar una nueva lumbre. Su mirada, honda y resuelta, era la de alguien que comprendía que, como el valle, la vida está tejida de ciclos de ocaso y resurgimiento. Como los hongos que brotan en la penumbra, había aprendido que la resiliencia no consiste meramente en resistir, sino en florecer aún entre lo más inhóspito.
Siempre reinventarse.
ResponderEliminarAbrazo.
Así es Alfredo, gracias
EliminarQué bonito lo has hecho, es una prosa poética donde nos llevas a visualizar, cada paso que va dando para salir de su desdicha y volver a renacer.
ResponderEliminarY cierto es cada etapa de nuestra vida, necesita toda nuestra energía para ir avanzando y no decaer.
Te dejo un abrazo, deseándote una muy feliz tarde.
Gracias Campirela, como bien dices cada etapa nos obliga a no decaer, a seguir avanzando a pesar de las trabas de la vida. Un abrazo fuerte y feliz semana
EliminarMe gusta esta idea del renacer que propones, ir más allá para convertir el daño en un florecer a pesar de las circunstancias. No nos suele gustar el cambio, nos da inseguridad, pero en ocasiones hay que dejar atrás lo que nos pesa y emerger de forma más liviana y radiante.
ResponderEliminarBuen comienzo de semana.
Exactamente Ana, soltar lastre y continuar hacia adelante. Un abrazo grande
EliminarQue bonito Nuria, siempre renacer entre las adversidades.
ResponderEliminarUn abrazo!
Siempre Dakota, nunca decaer. Un abrazo
EliminarPreciosa y poética analogía, con ese brotar de la naturaleza y la vida, incansable y cíclica.
ResponderEliminarCada amanecer es motivo de seguir adelante; de superación.
Gracias por tan bellísima aportación, querida amiga.
Siempre un placer leerte.
Abrazo enorme 💙
Gracias a ti querida Ginebra, cada mes nos deslumbras con tus retos. Un abrazo gigante
EliminarMe encanta, Nuria, un relato tan poético, es preciosa tu aportación.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Milena, me alegra que te haya gustado. Un abrazo
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