Este mes José Antonio en su VadeReto y Cristina Rubio nos proponen un reto conjunto: Acervo de letras y Alianzara
Cuyo tema es del género de terror y su propuesta el:
El espacio
Noelia siempre había temido las sombras del armario. No sabía por qué, pero había algo extraño, algo antinatural en ese espacio oscuro, en el fondo, donde ni la luz del pasillo parecía poder entrar. Sin embargo, el día en que los gritos de sus padres retumbaron más fuerte que nunca, ella no tuvo opción. Corrió, y buscó refugio en el único lugar que conocía: el armario de su habitación. Al cerrar la puerta tras ella, el silencio se tragó el ruido del exterior. Respiró aliviada, abrazándose las rodillas en la oscuridad. Los abrigos colgados le rozaban la piel como dedos fríos. El espacio se sentía más reducido, más sofocante, y aunque conocía bien ese lugar, esa vez había algo distinto.
El espacio, ese espacio al fondo que evitaba mirar, siempre había sido solo una sombra, un hueco de la madera, pero ahora, envuelta en la penumbra, el espacio parecía más grande, más profundo, casi como si esperara algo... o a alguien. Sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Intentó no mirar, pero no pudo evitarlo. Sus ojos se deslizaron hacia ese espacio oscuro, y al instante supo que había cometido un error.
El vacío se movió.
Al principio fue como si algo en la oscuridad hubiera cambiado de forma. Pero luego fue evidente: la negrura no era estática, se alargaba, se hinchaba, serpenteando en dirección a donde ella estaba acurrucada. Noelia sintió sus latidos bombear en sus oídos, su respiración acelerándose mientras el aire en el armario se volvía denso, gélido. Quiso gritar, pero no pudo. Las palabras se le ahogaron en la garganta. Intentó abrir la puerta, pero el pomo no se movía. Estaba atrapada. ¡El aire olía a humedad, a madera podrida, a algo muerto!
Un sonido bajo y gutural emergió de la oscuridad, como si algo en ese espacio la estuviera espiando. Notó cómo el frío se apoderaba de su piel. Y entonces, desde el fondo del armario, escuchó un susurro. Un susurro apenas audible, que se deslizaba entre los abrigos, cada vez más cerca.
—Noelia...
El corazón le dio un vuelco. Sabía que nadie más estaba en la habitación, pero esa voz, ¡esa voz la llamaba, como si la conociera! Era un sonido húmedo, rasposo, como si las palabras vinieran de una garganta oxidada, quebrada. Quería correr, pero el terror la mantenía paralizada, y las manos inmóviles sobre la puerta cerrada.
—Noelia... ven.
La niña respiraba entrecortadamente. La sombra comenzó a arrastrarse fuera del rincón, reptando hacia ella; una masa negra que no tenía forma definida. Algo emergía del vacío, algo maligno, algo que había estado esperando. El aire olía ahora a moho y tierra húmeda, como si el fondo del armario estuviera podrido desde dentro. El susurro se transformó en una voz ahogada, burlona, y retorcida, que sonaba en el pequeño espacio, haciendo vibrar las paredes del armario.
¡De repente, sintió algo rozarle el tobillo!
Era frío, helado, y viscoso como una mano salida de la tumba. Gritó, por fin, pero su grito se ahogó en la oscuridad, y el contacto no cesaba. Algo, o alguien, estaba tratando de arrastrarla hacia el rincón, hacia el vacío que se había abierto como una boca hambrienta en el fondo del armario. Noelia pataleó, luchando por soltarse, pero la sombra era fuerte, más fuerte de lo que había imaginado. La oscuridad la envolvió, serpenteando alrededor de sus piernas, ascendiendo como una niebla espesa que la asfixiaba. Sintió la presión de su pecho, el latido de su corazón retumbar en sus oídos, mientras el frío se extendía por su cuerpo.
—Ven conmigo —dijo la voz, cada vez más cerca—. Lléname, Noelia. Lléname...
Era como si el vacío hablara a través de esa voz. El espacio, oscuro y sin fin, necesitaba llenarse con ella, absorberla, consumirla. Y en ese instante, supo que no era solo un rincón oscuro. Era un agujero en el mundo, un lugar donde lo que se perdía jamás volvía. Y ahora la quería a ella.
Sin embargo, ella era fuerte, muy fuerte y con un último esfuerzo, empujó con todas sus fuerzas, luchando contra la sombra que tiraba de ella hacia el fondo. La puerta cedió de repente, y cayó hacia adelante, rodando fuera del armario, jadeando en el suelo de su habitación. La luz del pasillo la envolvió, y al instante, la sensación de ser arrastrada desapareció. Los gritos de sus padres habían cedido, como una danza macabra del destino cuya música no dejaba de sonar en su mente. Miró hacia el armario, ahora entreabierto. El rincón oscuro estaba allí, quieto, como siempre. Pero ella sabía que el vacío seguía esperando, hambriento, acechando. Cerró el armario de golpe, sabiendo que esa noche no dormiría. El espacio oscuro y vacío había despertado, podía sentir la presión de su presencia al otro lado de la puerta, susurrando en la oscuridad, esperando el momento en que ella, vulnerable y sola, volviera a acercarse. Y sabía que, tarde o temprano, el armario volvería a abrirse.
Hola, Nuria.
ResponderEliminarNo creo que lo hayas planeado, ¿o sí?
Vaya coincidencias con el relato anterior de este reto. Los dos usan como "espacio" un armario y una niña dentro de él, pero, es que tú le has llamado a la pequeña, ¡Noelia!, el nombre de tu compi de escritura. Parece una continuación.
¡¡¡Meeeeeecaaaaaaantaaaaa!!!
Evidentemente, las dos tramas no tienen más cosas en común. Este es mucho más oscuro, me atrevería a decir que todavía más tenebroso. Juega con esos miedos que de niño nos aterrorizaba. El fondo del armario siempre fue un lugar no apto para mirar por la noche, al igual que debajo de la cama.
Enhorabuena, Nuria. Un relato que pone los vellos de punta y te retrotrae a la indefensión de la infancia. Tu narración nos hace sentir el miedo.
Agradecido, también, porque le diste un final feliz. La pobre niña no dormirá tranquila, pero al menos, evitó ese terrorífico mundo.
Gracias por regalarnos este magnífico cuento para el reto conjunto.
Abrazo Grande.
Me has recordado que tanto los armarios como los espejos detrás de ellos esconden misterios.
ResponderEliminarUn espejo, nuestro reflejo, un armario, un misterio, la oscuridad y la claridad, ambas pueden ser terroríficas dependiendo del enfoque que se les dé. Un buen texto.
Besotes Nuria.