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lunes, 16 de septiembre de 2024

El deseo de Lulú


 

CONVOCATORIA JUEVERA: CADA JUEVES UN RELATO. Anfitriona 

Mónica

         Testimonio de un gato

Como siempre, intentando no superar las 350 palabras, con el estilo y forma que prefieran, aborden la propuesta como más les guste, haciendo referencia a nuestro encuentro y enlazando el blog convocante (en este caso, el mío) para que todos los relatos puedan ser leídos y comentados por quienes se sumen. 

Relatos participantes Aquí


                     ***********

¡Ay, Lulú! ¿Qué haría yo sin ti? Expresó Laura acariciando a su mascota. Me siento tan sola, que tu compañía es lo único que me reconforta.

«Si pudiera hablar, te diría unas cuantas cosas», pensó la gata, observando a su dueña. «Agradezco, eso sí, las raciones de comida y los arrumacos ocasionales, pero ¡qué pesada eres!». Nunca te das cuenta de que, cuando te miro desde lejos, es para decidir si mereces mi presencia en ese momento. Pero no, tú no sabes interpretarlo. En cuanto me ves, corres a cogerme en brazos y acariciarme. «¡Puaj, no! ¡Eso lo decido yo!».  Y luego está el asunto de la puerta. ¿Por qué tienes que ser tan lenta para entender? Cuando araño la puerta, es obvio que quiero salir. 

«Y luego está la cama.» Llena de cachivaches inútiles. No, yo no necesito esos objetos; lo único que deseo es cazar ratones, sentir el aire frío de la noche en mi pelo, y experimentar la sensación de libertad. «Pero estoy atrapada en este hogar, rodeada de paredes que limitan mi mundo». Miró a su dueña y dijo miaaau, entonces pensó: «Ya veo qué, a pesar de mi indiferencia, sigues adorándome».

Como si realmente escuchara sus pensamientos, Laura volvió a decir: ¡Ay, si pudieras hablar!

«Pues, si pudiera hablar, te diría que me escaparía de esta casa para cazar a mi antojo.» «Y en mi época de celo...» «Bueno, ya puedes imaginarte lo que haría», pensó Lulú, entrecerrando los ojos.

Vamos, Lulú, es hora de dormir, dijo Laura, con voz suave. 

La gata, le miraba fijamente. Pero algo había cambiado en su interior.

¿Qué te pasa, Lulú? Te noto rara.

La gata bufó con los pelos erizados, clavando sus ojos en su dueña, y luego miró hacia la ventana del salón. ¡Ahí, afuera había algo! ¡Algo, que solo ella percibía!

Entonces, Lulú, dio un salto hacia la ventana.

¡Lulú! ¡Lulú, ¿dónde vas?! Gritó Laura, desconcertada.

"Miaaaau", se oyó a lo lejos, sonando en la noche que se abría ante Lulú, libre y feliz. 

Laura, un poco triste, murmuró: volverá.


(350 palabras)


https://bloguers.net/votar/NuriadeEspinosa





7 comentarios:

  1. En verda tal vez la reacción de ellos sería tal cual. Nosotros pensamos que les hacemos un favor teniéndolos en casa a nuestro antojo, ¿pero de verdad quieren ellos eso? O su propia libertad. Un buen texto que hace pensar.
    Un abrazo Nuria.

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    1. Cierto Campirela, nosotros aunque los mimes y demos cariño, seguramente ellos prefieren su libertad. Un abrazo

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  2. Hola Nuria, muy bueno tu micro, sin dudas Lulú al no estar castrada ansiaba mucho su libertad. Por suerte mis gatos salen un rato al jardín cuando hay sol y después les gusta estar adentro, durmiendo cómodamente en mi cama o a upa mío si estoy sentada.
    Me gustó mucho tu relato, pero me siento aliviada de que los míos no se comporten como Lulú, jajajja.
    Un abrazo.
    PATRICIA F.

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    1. Hola Patricia, me alegra que tus gatos como la mía sean más tranquilos, sin embargo, la gata de mi hija a pesar de estar castrada, cada vez que mi hija se despista y deja la puerta del lavadero abierta se fuga unos días y luego regresa, es una gata muy tranquila y cariñosa, pero en cuanto ve la ocasión desaparece, jajajaja. Un abrazo

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  3. Me ha encantado tu historia Nuria! Sin duda será lo que piensen muchos gatos que viven en casas, encerrados! Si hay algo que me hacw pensar y sentirme culpable cuandi miro a mis gatos correr por casa, es precisamente esto! Se les queda mi piso pequeño! Je je! Un abrazote!

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    1. Tienes razón Marifelita, en algún momento nos sentimos culpables por no darles la libertad que ellos quisieran. Un abrazo

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  4. Yo hay lamento el muchos sean castrados en sus ganas, echo de menos los barullos que se armaban en agosto... pobres, y todavía ellos creen que los seguimos adorando.

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