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martes, 6 de agosto de 2024

Una extraña sensación

 

Convocatoria un jueves, un relato.

  El arte de no hacer nada

Lee las bases Aquí



En lugar de tener un pensamiento, no estaba segura de si necesitaba concebir alguno en mi mente, porque en aquel momento suponía un esfuerzo para mí, sobrehumano. En ese periodo, se creó el instante perfecto, una etapa en la que no hacer absolutamente nada no solo era una extraña circunstancia, sino un estado transitorio en el que mi cuerpo se ubicó en un contexto cuya condición me situó tumbada sobre la cama. Por un momento no supe crear la base de mi pensamiento, menos aún ejecutarlo, ni realizarlo porque fui incapaz de manifestarlo. En esa tesitura, contar con crear un solo movimiento fue una carga imposible.


Bueno, la cuestión es que, mientras estaba tumbada sobre la cama con la mente en blanco, sonó el timbre de la puerta. ¡Qué dilema! Sentí que mi vida era un torbellino a la que intentaba dar un poco de tregua. Sin embargo, me olvidé de Ana y su partida de ajedrez, charrada y pizza: tuve la convicción de que debía aprender de estos errores. Pero solo tenía una opción: ignorar el timbre. Empezaba a sentir los efectos de no hacer más que el vago y la sensación me gustaba. Llevaba demasiado tiempo, siendo como un autómata del trabajo, sumisa y silenciosa. Me gustaba, sí, me gustaba la sensación que me embargó por el mero hecho de no hacer nada, de no mover ni un músculo. ¡Regeneró mi mente, mi cuerpo! El timbre sonó de nuevo. Lo ignoré. Mi decisión era firme, ¡no saldría de la habitación! Ni teléfono, ni charlas, ni esfuerzo alguno, solo yo y yo, en plena conexión con mi cuerpo y mente. Y por extraño que parezca, después de la grata experiencia, me impuse la obligación de una vez al mes volver a crear ese ambiente donde no hubiese un mínimo esfuerzo. Extendí los brazos y me dediqué a mirar a través de la ventana cómo el día se convertía en noche.


https://bloguers.net/votar/NuriadeEspinosa

19 comentarios:

  1. Hola, Nuria, buen relato de reflexión sobre el "nadismo". A mí me cuesta no hacer nada, aunque hay momentos así. El otro día salió en TV un concurso de no hacer nada, cuánto tiempo era capaz de estar una persona sentada en una toalla al aire libre y sin hacer nada... Yo no hubiera aguantado ni cinco minutos, media hora si hubiera tenido el mar delante.
    Un abrazo. 🤗

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  2. Muy buena la frase final, y la i traducción del elemento perturbador del timbre, que crea un conflicto en un tema en el que es muy difícil i traducirlo.
    Fantástica también la imagen.
    Abrazooo

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    1. Muchas gracias Gabilante, me alegra que te haya gustado. Un abrazo

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  3. El tremendo trabajo de no hacer nada. Un arte. Implica muchísimas cosas, conexiones y desconexiones neuronales, compenetración con el YO y labor imposible para muchas personas pero creo que aportaría grandes beneficios.
    Me fascinó esa imagen, aparte. Muchos abrazos!

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    1. Gracias Maty, me alegra que te haya gustado, la verdad es que no es fácil estar sin hacer nada. Un abrazo

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  4. Completamente de acuerdo contigo, Nuria.
    No solo es un arte sino también una reconstrucción de uno mismo.
    No hacer nada es hacer mucho por uno mismo y sin sentimiento de culpa.
    Mil gracias por tu aporte y disculpa porque se me pasó a spam tu comentario y no lo miré.
    Un beso enorme y disfruta del verano. No pases calor.

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    1. Gracias Mag, igual deseo para ti, disfrutar del verano y no pasar calor que ya empieza a ser agobiante. Un abrazo fuerte

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  5. Aunque parezca simple, no hacer nada, absolutamente nada , no es sencillo. Es más te diría que muy pocos son capaces de lograrlo sin caer en la categoría despectiva de la vagancia crónica. Es sanador, en cambio, el propósito logrado por tu protagonista. Un abrazo y buen fin de semana

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    1. Tienes razón Mónica, no es fácil estar sin hacer nada, para la protagonista si lo es porque forma parte de la ficción de su historia, jeje, así cualquiera es capaz de todo, como la decisión es del escritor solo tiene que esperar. Un fuerte abrazo

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  6. Me imagino el esfuerzo de pensar que no tiene que pensar, de no moverse, de oír el timbre e ignorarlo, de olvidarse a conciencia de lo que tenía previsto hacer y quedarse en la cama viendo como anochece. Pero descubre que le gusta y que lo necesitaba. Bien explicado.

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    1. Gracias Cristina, para la protagonista es una liberación poder sentir el silencio que conlleva no hacer nada. Un abrazo

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  7. Hola Nuria:
    Yo creo que al principio es un espanto... hasta que se nota la relajación y, al salir de ese tiempo de no hacer nada, se es consciente de hasta si te duele algo o tienes mucho cansancio, que es algo que cuando se va tan deprisa, a veces no se nota. 😩
    Me alegra que haya podido hacerlo.😁
    Un abrazo. 🤗

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    1. Gracias Mercedes, fácil no es sin duda, pero nuestra protagonista consigue ese momento de paz y armonía. Un abrazo

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  8. Jajaja A veces te sientes así con ganas de estar acostada haciendo la nada misma, difícil de lograr cuando tienes un niño pequeño pero ganas no faltan a veces! 🤭 Besos por ahí!!!

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    1. Hola Mari, completamente difícil, yo tengo tres hijos y desde que nacieron la paz se marchó de viaje, jajaja. Un abrazo y paciencia.

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  9. Así es, el dolce far niente debería ser practicado con cierta frecuencia, para poder apreciar momentos de la vida creados por nuestra voluntad, en el aquí y ahora, sin dependencias externas. Es una manifestación de libertad.
    Muy bien expresado ese sentimiento.
    Un abrazo.

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  10. ¡Qué sensación nos transmites, Nuria!
    Ese placer de no hacer nada, de abandonarse durante un tiempo y dejarse llevar es un lujo que deberíamos permitirnos de vez en cuando para combatir el estrés que siempre nos rodea.
    Un fuerte abrazo :-)

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