Abracé el mundo acariciando sus sentidos y le susurré al oído:
«No, por favor, te lo suplico». No puedo más con tanto sufrimiento. ¿Por qué eres tan cruel? ¿Por qué matas, por qué? En un segundo, pude sentir la fuerza de sus emociones. La tristeza de la naturaleza y la agitación de los océanos. La decepción con el ser humano. Su dolor. ¡Tanto dolor! Qué comprendí que el mundo no mata, sino el ser humano que es la causa que lo provoca. Y horrorizada, lloré.
Microrrelato, versión reducida. Seleccionado para la antología, Pluma, tinta y papel.
Versión extendida para la revista digital Me gusta leer diseñada por Merche Soriano.
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