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viernes, 13 de octubre de 2023

La larga escalera de barrio alto




Qué bellos recuerdos tengo del barrio alto de la ciudad condal, (así lo llamábamos por su larguísima escalera) un grupo de niños intrépidos encuentraron la manera perfecta de divertirse en las largas tardes de verano, deslizándose por la barandilla de la larguísima escalera, mientras el menos atrevido, (yo) se sube a los pies de una farola para observar la escena. 

Todos los días, al salir de clase mis aventureros amigos se congregaban en la escalera, y uno tras otro, se lanzaban al emocionante descenso. Se aferraban a la barandilla con fuerza, sintiendo la adrenalina que corría por sus cuerpos mientras su pies abandonaban el suelo. Cada niño tenía su propio estilo. Alguno se deslizaba con la gracia de una mariposa, otros con la velocidad de un rayo. Pero todos disfrutan de la misma sensación de libertad al surcar el aire en cada descenso.

El conductor de un antiguo camión de helados, un hombre de anchos hombros, nariz puntiaguda y bigote espeso, pero con un gran corazón, que había sido testigo de la escena en más de una ocasión, mientras pasaba con su camión de helados. Una tarde paró su vehículo junto a la escalera, y con una sonrisa nos ofreció helados, que aceptamos su gratitud. Volvió al día siguiente y nos volvió a ofrecer un helado. Antonio el más curioso le preguntó porque motivo era tan amable. A lo que el hombre respondió que no tenía hijos, que al vernos juguetear era feliz. Antonio cuando regresó a su casa, se lo contó a sus padres. Estos que eran católicos, se acercaron el día siguiente al inicio de la larga escalera. Cuando apareció, Juan con su camión de helados, se acercaron y le invitaron a cenar con su esposa en casa de Antonio. 

La cena fue el inicio de una amistad, creó un círculo que duraría toda la vida. Juan y Margarita, acudían a casa de Antonio en cada festividad formando parte de la familia para siempre. 

Así pasaron los días y los niños, siempre recordaron aquel primer verano en el que encontraron la magia al deslizarse por la barandilla de una escalera y la bondad de un hombre que se sentía triste por no tener hijos y que con ellos encontró la felicidad. 

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En el blog, para el cual he creado este microrrelato participando en la convocatoria del Viernes creativo, podéis ver toda la información... Animaros es muy sencillo 👇👇👇

Escribe Fino

20 comentarios:

  1. Un relato entrañable que trae recuerdos de la niñez. Un abrazo y buen fin de semana.

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  2. Hola Nuria, muy bonito, ver así una escalera y ya te imaginas a los niños bajando, jeje.
    Un abrazo. :)

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    1. Cierto Merche, yo era la miedosa subida a la farola 🤣 gracias. Un abrazo

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  3. Desde luego son unos bellísimos recuerdos de una niñez feliz.
    Besos, Nuria.

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  4. ¡Preciosos recuerdos! Vida pura.
    Saludos Nuria, me gustó mucho.

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  5. Bonito relato Nuria,
    La verdad es que aquellos años en que fuimos niños fueron maravillosos. A nosotros no se nos apareció ningún repartidor de helados que nos ofreciera alguno, pero los helados que comprábamos, que solo eran de tres o cuatro tipos (sota, caballo y rey) eran magníficos.
    Un abrazo!

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    1. Hola Antonio, me alegro que te guste. La verdad es que en aquellos años no había el repertorio que hay ahora de sabores, pero como no lo sabíamos tampoco los echábamos de menos. Un abrazo

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  6. De cuando las cosas eran más sencillas. O quizá es que no las complicábamos tanto.

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  7. Debe ser un prodigio haber tenido una infancia feliz porque hay algo que está dentro que comunica con un universo primigenio de dicha. Se habla de la infancia como paraíso, aunque también puede ser un infierno. Tu gozaste del primer caso y nos traes recuerdos luminosos y entrañables. Ese vendedor de los helados que os los regalaba por no haber tenido niños. Una evocación delicada y hermosa. Y suerte que los padres no sospecharon nada malo porque se nos decía que no cogiéramos nada de desconocidos. Un cálido abrazo.

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    1. Gracias Joselu, la verdad es que siempre digo que tuve una infancia privilegiada. Sin conocer la miseria ni la tristeza. Por eso mis recuerdos son tan felices, pero también tengo algún recuerdo de algunos niños - as del barrio que lo pasaban mal, o bien porque su padre era un borracho y les pegaba, o bien porque el sueldo del padre era tan mísero que no les llegaba para alimentarse bien... Cuántas veces habré acompañado a mi madre con una olla de caldo a casa de los vecinos. Yo lo pasaba mal porque sentía mucha vergüenza. Fue una época en la que la gente humilde lo pasó muy mal. Un afectuoso abrazo

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  8. Esta historia amable me trae recuerdos de la infancia. No me puedo quejar de aquella época ideal de mi vida, donde parecía que todo estaba en su sitio y el mundo giraba y giraba en una ilusión de vida.
    Gracias por compartir historias evocadoras, Nuria.
    Saludos cordiales.

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  9. Un relato entrañable sobre las 'cosas' de la niñez. Enhorabuena! Un abrazo!
    lady_p

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  10. Un relato entrañable, Nuria.
    Es de esas historias que apenas ocurren, pero cuando suceden son para toda la vida.
    Un fuerte abrazo :-)

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