#Micrografias
Llueve. Aceleró cuando la primera gota cae sobre mi cabeza. El sabor a tierra no me gusta. Noto mis antenas, oigo como corre el agua sobre las flores. Comprendo que he sufrido una metamorfosis.
¡Soy una hormiga obrera!
Ahora, hecho a correr, puedo ver la entrada del hormiguero. Otra gota. Me estampa contra el suelo, pero logró reponerme y llego al hormiguero y rápida antes de que los túneles empiecen a inundarse. Esta vida me desagrada, desde la primavera hasta el invierno, trabajar sin parar para recolectar alimentos. ¡Qué horror!.
Pero a medida que me adentro en el hormiguero, noto una extraña sensación. Mis pensamientos están cambiando. Observo a mis compañeras, ocupadas en sus tareas, cada una cumpliendo su rol de manera eficiente y coordinada. Me doy cuenta de que su fortaleza radica en el trabajo en equipo y en la disciplina con la que cada una aporta su granito de arena.
Y aunque al principio me sentí descorazonada y aterrorizada, por esta transformación, poco a poco comienzo a valorar la importancia del esfuerzo diario. Soy consciente de que mi mente humana está desapareciendo y de qué dependemos de la recolección constante para asegurar la supervivencia de la colonia, para alimentar a las larvas y asegurar el futuro de la comunidad.
Pasan los días, ya apenas recuerdo quien era. Las hormigas están unidas y comienzo a admirar la dedicación y el compromiso de mis compañeras, su constancia y disciplina. Solo espero no terminar en la suela de algún ser humano.
La lluvia sigue cayendo incesante sobre el hormiguero, pero aquí estamos protegidas y resguardadas hasta que salga de nuevo el sol. Las gotas de agua que antes me estampaban contra el suelo ahora son solo un recordatorio de la importancia de sobreponerse a los desafíos. Cada día aprendo algo nuevo y me siento parte de algo más grande que yo misma.
Ya no veo esta vida como un horror, me he adaptado, y contribuyo al bienestar de mi comunidad. La metamorfosis que experimenté al convertirme en hormiga obrera, lejos de ser una carga, se ha convertido en un regalo que me ha abierto los ojos a un mundo nuevo de responsabilidad compartida. Así qué, en medio de la lluvia, continúo mi destino, con el orgullo de ser una hormiga obrera y la certeza de que mi trabajo no solo es necesario, sino también valioso.
Excelente descripción, Nuria. Muy buen relato.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Gracias José, me alegro que te guste. un abrazo
Eliminar¡Felicidades, Nuria! Un relato muy bien escrito. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminar¡Un abrazo gigante!
Gracias Yolanda, me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarSuper bueno! El gran trabajo de las hormiguitas... En un principio sentí su pesar, esa lluvia que la amenazaba. Muy lindo Nuria, un abrazo 🌹
ResponderEliminarGracias Maty, me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarNunca habría pensado hacer un relato desde el punto de vista de una hormiga. Está muy logrado. Un abrazo 🤗
ResponderEliminarGracias Federico, me alegro que te haya gustado. Un abrazo
EliminarHa pasado a ser una criatura mucho más valiosa y respetable.
ResponderEliminarEso parece Cambrónidas, un saludo
EliminarKafka debía haberte leído a ti primero antes de escribir su "Metamorfosis". Prefiero tu versión, menos escabrosa y con una moraleja que hace reflexionar. Deberíamos experimentar la humanidad entera una metamorfosis para lograr entendernos todos de una vez, sin odios, ni revanchas, ni prejuicios contra todo lo que no sea el ego de cada cual.
ResponderEliminarMuy buen escrito, Nuria. Enhorabuena.
Un abrazo.