Las voces que moraban en su cabeza gritaban. —Tienes que terminar con todos ellos, sabes que hacer, lo que suceda no será culpa tuya, sino de ellos que son los que arderán en llamas, —Laura se llevó las manos a la cabeza. —¡No puedo más!
Se dirigió al garaje, cogió un bidón de gasolina, y condujo hasta la gasolinera. Horas después las noticias decían que una mujer había muerto al intentar incendiar la gasolinera del pueblo, pero que un policía de servicio le había dado un certero disparó en la cabeza impidiendo la tragedia.
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