Pensó que sería capaz de ponerse el mundo por montera, sin embargo, cuando llegó al borde del horizonte, sintió como el peso que arrastraba seguía sobre su cabeza; entonces descubrió que nunca lograría librarse de su condena: y aún así no lloró y siguió caminando.
Hasta donde mis pies me lleven, murmuró. Las sombras del pasado siempre la estarían ahí, en quitadas en su mente, en su corazón, atravesando sus entrañas.
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