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sábado, 7 de mayo de 2022

La sombra




Aquel atardecer de un día de frío invierno, llovía y caían granizos como puños. Me refugié en un supermercado y supe lo que es el verdadero pánico.

El frío sabor del metal hizo constatar la presencia del cañón dentro de mi boca. La humedad en mis pantalones delató que había perdido el control de una forma involuntaria.


—Esto es un atraco, —gritó— un jodido atraco. Si me miras te salto la tapa de los sesos.


A través del antifaz pude apreciar la furia en sus ojos que me miraban directamente a la cara. Fueron minutos de auténtico terror; un gato se coló en el supermercado provocando un estruendo al saltar por las estanterías.

Aquel individuo de mirada profunda, vacía de toda expresión levantó su mano derecha sujetando con fuerza la pistola y disparó. La cabeza del gato reventó. Cogió como si nada los billetes de la caja y desapareció.

Llegué a casa hecha un flan de nervios. Me di una ducha de agua caliente que me reconfortó. Pero cuando entré en la habitación, la silla desde donde solía mirar a la luna se movía sola; la ventana estaba abierta y la luna entraba por ella. Quedé paralizada; mi sombra me observaba desde la pared. Entonces supe que estaba perdida; algo siniestro se acercaba poco a poco en el silencio más tenebroso que se pueda explicar. Sentí cómo el frío de la muerte recorría mi cuerpo. 

1 comentario:

  1. Hola José García, haces bien en cerrar ventanas. Gracias por tu visita y comentario que aunque no se vea si puedo leerlo en caché. Un fuerte abrazo

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