Le observé beber de su vaso. El coñac entró en su garganta.
—Bebe, bebe más—grité para mis adentros. Al cabo de un rato se levantó tambaleante. Le seguí. No podía desvelar quién era. Tras llegar al callejón cayó de bruces contra el suelo; oscuridad.
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Sus pies parecían pegados al suelo. quería moverse. Quería verle muerto, y lo mató. Un gorrión picoteaba el cristal de la ventana. Su rostro pálido, su cuerpo frió; no, no quería mirar, ni tocarlo. Cogió la pistola y apretó el gatillo; hasta el final.
Disculpa... se me ha pasado seguirlo en Twitter... ahora voy.
ResponderEliminarBesitos 😘
Gracias Ratonet, no pasa nada. Un abrazo
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