Ocurrió de noche la víspera de navidad, cuando interrumpí mi mente para mirarme en el espejo y me di cuenta de la imagen reflejada, que hizo preguntarme: ¿esa cosa espeluznante soy yo? ¿Qué ha sido del viejo Santa? Nunca debí tener aquel deseo, Santa entrega regalos, no los desea. Y ahora el regalo era una maldición, un arácnido gigante. Solo deseé ser un mal bicho durante un día para saber que se siente, y recibí una lección. Pero si lograba penetrar por la chimenea, tal vez lograse redimirme; mi regalo sería un nido de arácnidos.
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